He buscado en los discursos, más allá de los cortes periodísticos, de la presidenta de la Junta de Andalucía un fondo de cuerpo ideológico que sustente su pensamiento. He de Confieso que ha sido un esfuerzo vano. Ni un solo planteamiento que permita establecer sus fundamentos, sólo banalidades salen de su boca. Unas veces declarando, sin mayores fundamentos, un sentimentalismo, que roza lo ridículo, declarando su amor por Andalucía. Otras afirmando que el PSOE es mucho PSOE, una banalidad en otro tiempo incuestionable, que hoy hace agua por todas partes. A veces, la muletilla está referida a las bondades de una Andalucía presentada como una especie de edén donde fluyen los bienes sin mezcla de mal alguno. No la he visto señalar los elementos de un programa económico para hacer frente al lacerante paro que la azota como un mal endémico, ni formular planteamientos que permitan alumbrar soluciones a los graves problemas que aquejan nuestro sistema educativo. Tampoco soluciones a los problemas a que se enfrenta la sanidad andaluza, sometida a fuertes recortes, y que ha provocado masivas manifestaciones en diferentes capitales andaluzas. No va más allá de un sentimentalismo almibarado, referencias a lugares comunes e incluso burdas mentiras.

Incapaz de hacer frente a problemas tan duros como lo es el hecho de que los andaluces tienen la renta per cápita más baja de España, pese a que soportan las tasas impositivas más altas del país y no sólo por el saqueo que supone aquí el impuesto de sucesiones. Hace discursos planos, sin contenido ni sustancia y visitas, muchas visitas en las que hace gala de lo que podemos denominar como populismo oficial. Tiene en pie al sector sanitario, pese a que niega la existencia de problemas en sede parlamentaria. Pero la cadena de dimisiones y las masivas manifestaciones señalan justo lo contrario de lo que sostiene. En el campo educativo, que durante décadas ha sido un semillero de voto socialista, se atisban síntomas de rechazo generalizado a las políticas educativas implantadas.  Ante el evidente deterioro de la enseñanza pública, que lleva a una creciente demanda de plazas en los centros concertados, la Junta lo combate restringiendo las posibilidades educativas de estos centros para enmascarar el fracaso de los que gestiona directamente en los que ha convertido en administrativo una gran parte del trabajo de los docentes que se enfrentan a diario a situaciones graves de indisciplina, convertidas con frecuencia en actitudes violentas.

Con la sanidad en ebullición, la educación en mínimos -veremos si entra también en erupción-, y los EREs en los juzgados, sólo se sostiene con el sector de población anestesiado con las subvenciones al que mayoritariamente van dirigidas sus banalidades discursivas. Ante ello Susana Díaz busca una salida antes de que se desmorone el tinglado que es lo que esperan sus numerosos enemigos -su transitar por la política ha dejado una senda sembrada de cadáveres- en el seno de su propio partido. Son muchos y no sólo en Dos Hermanas quienes afilan las navajas. Puede optar por una huida hacia adelante y presentarse a las primarias de su partido, pero sabe que las encuestas internas, aunque contaría con el apoyo del aparato, no le favorecen. Quedarse en Andalucía le supone un riesgo que crece cada día que pasa, pero optar a la secretaria general del PSOE puede significar un suicidio. Por eso deshoja la margarita y es un enigma la decisión que tomará. El tiempo, que corre en su contra, se le está agotando.

(Publicada en ABC Córdoba el 8 de febrero de 2017 en esta dirección)

Deje un comentario