Ciudadanos nació en Cataluña, de la mano de Albert Rivera, como una manifestación de rechazo a los planteamientos independentistas. Logró entrar con una pequeña representación en el Parlamento de Cataluña y, tras su consolidación -en las últimas elecciones autonómicas fue la lista más votada-, saltó al ruedo de la política nacional. Sus críticos suelen señalar que no cubre las expectativas de voto que señalan los sondeos previos y se queda muy por debajo de ellas. Pero lo cierto es que, elección tras elección, no ha dejado de crecer. Se presentan como liberales, vinculados ideológicamente al centro derecha y una de sus principales señas de identidad -se explica por su génesis- es su rechazo al independentismo catalán.

Sin embargo, a la hora de sellar alianzas su posición no aparece definida de forma nítida, lo cual no es ni malo ni bueno. La capacidad de alcanzar acuerdos con otras fuerzas políticas es loable, siempre que no se renuncie a los planteamientos ideológicos que definen  a una formación política. Pero hay una tendencia a entender que esos acuerdos son más naturales con aquellas formaciones que comparten planteamientos ideológicos. En ese sentido Ciudadanos es un enigma. En Andalucía apoyó al gobierno de la socialista Susana Díaz y ahora forma parte del que preside el popular Moreno Bonilla.

Tras las recientes elecciones municipales y autonómicas, el mapa de los futuros gobiernos en ambos ámbitos, se presenta en muchos casos incierto, al no haberse producido mayorías absolutas. Se configurarán con acuerdos en ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia, Málaga o Zaragoza. También en comunidades como Madrid, Asturias Castilla-León, Aragón, Canarias, Navarra, Baleares… Los acuerdos entre las fuerzas de izquierdas aparecen nítidos. Hay pocas dudas de lo que ocurrirá con los gobiernos, por ejemplo de Asturias o Baleares, donde el PSOE ha sido la fuerza más votada recibirá apoyos de otras formaciones de izquierdas. Sin embargo, no ocurre lo mismo en Navarra donde la fuerza más votada es Navarra suma –formación de derechas- o en Castilla León, donde la suma de PP y Ciudadanos daría mayoría absoluta. Madrid, tanto su ayuntamiento como su comunidad, serían gobernados por una coalición de PP Ciudadanos y VOX. En estos últimos casos, lo que parecían certezas la noche electoral, se presentan ahora en el aire. Ciudadanos no quiere oír hablar de VOX, rechaza al PSOE de Sánchez por sus condescendencias con los independentistas catalanes, pero no desvela que ocurrirá con su poder municipal y autonómico, que es decisivo en muchos lugares.

Rivera, en otro tiempo, cerró un acuerdo de investidura con Sánchez, que no cuajó. Ahora sus enfrentamientos parlamentarios son muy fuertes -recuérdese el mantenido a cuenta de la controvertida y poco clara tesis doctoral de Sánchez- o las repetidas afirmaciones de Sánchez refiriéndose a lo que denomina el “trifachito”,que engloba a Ciudadanos. Así las cosas, Ciudadanos es percibido como un enigma. Es lo que tiene querer situarse en el centro político o desear liderar el centro derecha -Rivera, por ahora, no lo ha conseguido por mucho que lo pregone-, que se encuentra en la oposición. Rivera y los suyos habrán de ser muy cuidadosos a la hora de cerrar alianzas y posicionarse ante las tentaciones de poder. Puede suponer, en el primer caso, el desencanto de muchos de sus votantes y Ciudadanos, que no ha dejado de crecer, es una formación política por consolidarse. En el segundo, puede ser pan para hoy y hambre para mañana.

(Publicada en ABC Córdoba el 5 de junio de 2019 en esta dirección)

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