Estamos a las puertas del cierre de una «cuenta larga». Finaliza el próximo día 21 de diciembre y coincide con el solsticio de invierno, justo en vísperas del sorteo de Navidad de la lotería nacional. Hay quien ha interpretado ese fin de ciclo como el final de los tiempos. Es lo que algunos han llamado el apocalipsis maya, que entra de lleno en los planteamientos de las religiones que consideran finito el tiempo de la humanidad y sostienen que en un momento, según unos determinado e indeterminado según otros, se producirá el final de los tiempos. Vendrá precedido por toda clase de calamidades como las señaladas por el «Apocalipsis», el críptico libro escrito en la isla de Patmos y atribuido al apóstol san Juan. En ese epílogo de la humanidad se enfrentarán las fuerzas del bien y del mal, es lo que se denomina como armagedon en la tradición religiosa judaica.

Para quienes opinan que el cierre de esa «cuenta larga» de los mayas es el final de mundo, resulta que tenemos el apocalipsis a la vuelta de la esquina; incluso hay quien señala que será como consecuencia de de la colisión del planeta Nabiru, ya conocido por los babilonios, con la Tierra y que tendrá lugar con la llegada del solsticio. Otros menos catastrofistas apuntan a que el final de la «cuenta larga» traerá una profunda transformación espiritual que marcará una nueva era.

Los que pensamos que no ocurrirá ni una cosa ni otra, nos prepararemos para el sorteo de lotería del 22 de diciembre, abrigando esperanzas que, con mucha probabilidad, se habrán desvanecido al día siguiente, con la pena añadida de que, si por un casual, nos tocara en 2013, el ministro Montoro se llevará el veinte por ciento, no para él sino para la depauperada Hacienda Pública. Malos tiempos estos, como predice el apocalipsis. Pero en materia de lotería serán peores en un futuro inmediato… si el mundo no concluye el 21 y nos deja sin sorteo de Navidad.

(Columna publicada en ABC Córdoba el 19 de diciembre de 2012 en esta dirección)

 

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