Ignoro cuántos conejos pueden comprarse por 500.000 euros, pero al ser una carne barata, es de suponer que muchos miles
En el año 2007, en vísperas de Navidad, el gobierno de Zapatero hizo una recomendación a los españoles: consumir carne de conejo. El entonces secretario General del ministerio de Agricultura y Alimentación, Josep Puxeu cantó sus alabanzas señalando que era una carne sana, ligera, muy apetecible y además barata. Trataba de disuadirnos para que en las mesas navideñas de aquel año hubiera menos cochinillo, menos cordero o menos pularda. Anunciaba que su departamento contaba con una dotación de 700.000 euros para estimular el consumo de la carne de conejo durante los dos años siguientes. Ignoro los resultados de la promoción de dicha campaña, pero con la crisis —negada machaconamente durante los dos años siguientes y algún tiempo más por Zapatero y los suyos con un empeño y tenacidad dignos de mejores propósitos— apuntando en el horizonte, la carne de conejo ha debido entrar por aquello de ser más barata —incluso es posible que haya salido por no poder pagarse— de muchas cocinas españolas afectadas por la falta de recursos.
Parece ser que los valores dietéticos de la carne de conejo también la aconsejan para la alimentación del lince ibérico, según se deduce del hecho de que la Junta de Andalucía haya invertido la bonita suma de 500.000 euros para alimentar a los linces ibéricos que existen en nuestra comunidad y que son especie protegida y en situación de extrema dificultad. Ignoro cuantos conejos pueden comprarse por 500.000 euros, pero tratándose de una carne barata, es de suponer que muchos miles y como, según los expertos, un lince despacha sus necesidades alimenticias con un conejo por día, el exiguo número de linces ibéricos existentes en estos pagos sureños tiene conejos para una larga temporada. Lo que no acaba de cuadrar en estos tiempos de recortes, ajustes y ahorros es que se haya gastado tan importante cantidad para abastecer a la colonia de linces ibéricos andaluces cuando los conejos en ciertas comarcas, entre ellas las tierras meridionales de Córdoba, se encuentran infestadas con esos animales. Su número es tan elevado que provoca verdaderos problemas a los agricultores al devastar sus cosechas y generan graves daños a las infraestructuras públicas, al ahuecar los taludes de las autovías con peligro de desmoronamiento y socavar peligrosamente el suelo por donde se extienden los tendidos ferroviarios.
En estas circunstancias resulta incomprensible un gasto tan elevado en la compra de carne de conejo cuando se podría llevar a cabo una acción cinegética en las mencionadas zonas para obtener conejos en abundancia y desde luego más que sobrados para el fin que se persigue con tan generosa compra. Hay quien estima que con un número muy reducido de huroneros podría abastecerse de conejos a las exiguas mesnadas que hoy configuran los linces ibéricos, al tiempo que se realizaría una labor beneficiosa en las tierras del mediodía cordobés. Con la acción de cazadores o de huroneros que aprovisionaran de conejos a los linces tendríamos una solución mucho más económica y altamente recomendable en estos tiempos de tribulación. Por estos pagos son conejos de lo poco que sobra y si la Junta actuara con mejor puntería estaría matando dos conejos de un tiro.
(Publicada en ABC Córdoba el 10 de agosto de 2013 en esta dirección)