Ni Pedro Sánchez, del PSOE, ni Cayo Lara, de IU, piden dimisiones por los muertos en hospitales de Cataluña por esta bacteria.
TANTO Pedro Sánchez, el del partido socialista y Cayo Lara, el del partido comunista —el segundo es más reconocible sin necesidad de señalar su representación política, pero al primero, todavía, es necesario añadirla para su ubicación— no paran de exigir responsabilidades políticas. Piden, entre otras, la dimisión de la ministra de Sanidad a cuenta del «caso de Teresa Romero y su contagio con el virus del ébola». No les falta razón. La ministra Ana Mato, lastrada por asuntos tales como no saber que en su garaje había aparcado un Jaguar o ignorar todo lo relacionado con el pago de la fiesta de la comunión de uno de sus vástagos, no ha estado a la altura de la situación. Eso ha hecho que Rajoy no la quisiera a su lado en su visita el hospital Carlos III o que se haya creado un comité de crisis donde la ha desplazado la vicepresidenta, Sáenz de Santamaría.
Los muertos por ébola en España, al menos hasta el momento —hagamos votos porque no haya más—, han sido dos. Los dos misioneros repatriados de África que llegaban a nuestro país contagiados. Los debates a cuenta de la repatriación, a cuenta de la forma en que se llevó a cabo y a cuenta del gasto originado han sido intensos y tensos. Por el contrario, nos encontramos con que está pasando casi sin repercusión pública, la muerte por legionella de diez personas —esperemos también que no haya más— en los hospitales de Sabadell y Ripollet, a lo que se une el haber varias docenas de afectados. En esas circunstancias, el conseller de Sanidad de la Generalitat, Boi Ruiz, tiene la impresentable ocurrencia, buscando hacerse el gracioso, ante los diputados de una comisión del parlamento de Cataluña de decir en su comparecencia: «Vengo de Madrid, si quieren pueden abandonar la sala…».
¿Se imaginan ustedes a un ministro del gobierno de España diciendo ante el Congreso de los Diputados que viene de Cataluña —donde hay diez muertos por legionella— y que las señorías que lo deseen pueden abandonar el hemiciclo? ¿Se lo imaginan? ¿Se imaginan hasta donde habrían llegado las peticiones de dimisión? ¿Se imaginan hasta dónde se habrían lanzado proclamas sobre la perversidad de quien tal cosa dijera? ¿Se imaginan hasta dónde se habría exigido lavar el buen nombre de Cataluña?
Pues bien, ante esa ocurrencia, dicha por quien tiene la responsabilidad del sistema sanitario en Cataluña con diez muertos en sus hospitales causados por la legionella, ni Pedro Sánchez, el del partido socialista, ni Cayo Lara, el del partido comunista, han dicho esta boca es mía. Posiblemente, porque Sánchez, bastante tiene con capear, dicho con todos los respetos, a sus correligionarios del PSC que no acaban de encontrar el rumbo en lo referente al planteamiento independentista de Artur Mas y sus socios. Cayo Lara porque trata de pasar de puntilla en todo lo concerniente al Principado, donde la franquicia comunista por aquellos lares, bajo la denominación de ICV (Iniciativa por Cataluña Verdes), forma parte de lo que eufemísticamente se denomina como «bloque soberanista» y sabe que eso no tiene buena acogida en el resto de España.
Con diez muertos por legionella ni uno ni otro piden dimisiones ni exigen responsabilidades.
(Publicada en ABC Córdoba el 15 de octubre de 2014 en esta dirección)