El 23 de abril hay que hacer con uno, en papel o digital, nunca pirateado.
LA elección de un día para celebrar una fiesta cuyo centro fuese el libro no está, al menos en su origen, en la fiebre del calendario laico que ha llevado a que cada cosa tenga su día y cada día se haya convertido en celebración, recordatorio o efemérides no de uno sino varios asuntos. Como ocurre con el calendario cristiano que acoge cada día del año la onomástica de numerosos santos, vírgenes, mártires o patriarcas,
El origen de la Fiesta del Libro, que es como en un principio se denominó en España se encuentra en un Real Decreto firmado en 1926 por el rey Alfonso XIII y no contemplaba su celebración el 23 de abril, sino el 7 de octubre que, por entonces, se consideraba la fecha del nacimiento de Cervantes. Aquella fiesta duró pocos años, ya que en 1930 su celebración, ya como Día del Libro, se trasladó al 23 de abril que se daba como la de la muerte de Cervantes —en realidad murió el 22 y se enterró el 23—, quizá porque los españoles siempre hemos sido más propensos a agasajar a nuestros muertos que a nuestros vivos. También pudo influir la inveterada costumbre hispana de tomar en mayor consideración las referencias foráneas que las propias y el 23 de abril era fecha del óbito de Shakespeare. En realidad, la fecha de la muerte del dramaturgo inglés también se presta a interpretaciones varias porque cuando se produjo los ingleses se regían por el calendario juliano y la antipapista Isabel I no aceptó la reforma del calendario propuesta por el papa Gregorio XIII por medio de su bula «Inter Gravissmas». En virtud de ella se suprimían diez días y en España se pasó del 4 de octubre de 1582 al 15 del mismo mes y año. Los ingleses —contumaces en el error— no admitieron una reforma papista hasta mediado el siglo XVIII, concretamente en 1752. Entonces pasaron del 2 al 14 de septiembre —el desfase del calendario juliano era mayor después de los casi doscientos años transcurridos desde la reforma de Gregorio XIII— con lo que la muerte de Shakespeare fijada por los ingleses el 23 de abril, era para los españoles el 3 de mayo. Como comprobarán un verdadero lío. En definitiva, las razones para escoger la fecha del Día del Libro, que cuenta ya en nuestro país una larga tradición, pueden ser interpretadas desde perspectivas muy diferentes. Pueden incluso satisfacer a los catalanes, quienes piensan que la celebración nada tiene que ver con Cervantes —escritor en lengua castellana— sino con San Jorge a quien consideran más catalán y cuya onomástica también se celebra el día 23 de abril, con lo que el Día del Libro es la Diada de Sant Jordi. Desde hace poco más de dos décadas la Unesco decidió que el 23 de abril sería el Día Internacional del Libro y como tal se celebra en más de un centenar de países.
Más allá de celebraciones señalemos que es un buen día para hacerse con un libro en papel o electrónico, siempre que no sea pirateado.
(Publicada en ABC Córdoba el 23 de abril de 2014 en esta dirección)