Mañana, 29 de junio en el santoral cristiano, al que poco a poco va sustituyendo un calendario laico que dedica días a asuntos de notable interés social como el cáncer o el medio ambiente, también a verdaderas ocurrencias, está dedicado a dos de los grandes apóstoles: san Pedro y Pablo. La iglesia católica, también la ortodoxa, considera que se trata de una celebración de gran solemnidad. Se recuerda la muerte de quien está considerado el primer Papa -eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia- y quien, tras una extraordinaria experiencia mística -la aparición de Jesucristo en forma de un luminoso resplandor cuando iba camino de Damasco con el propósito de perseguir cristianos-, se convirtió en el mayor impulsor del cristianismo, al abrirlo a los gentiles frente a la visión esencialmente judaica, sostenida por el círculo de Santiago el Mayor que se encastillaba en Jerusalén.
En numerosas localidades el día de los santos Pedro y Pablo era celebrado con grandes festejos religiosos, acompañados de otras celebraciones laicas que le daban mayor realce, sin embargo de un tiempo a esta parte están de capa caída. Ocurre, sin ir más lejos en la localidad situada el pie de Simblia. En Cabra, la llamada verbena de San Juan, que se prolongaba hasta San Pedro y San Pablo, es hoy sólo un recuerdo en lo que a su prolongación se refiere. Todo ha quedado en torno a san Juan que está más próximo al solsticio de verano, que es como señalarían los laicos esta antigua celebración en la que antaño se firmaban los contratos de alquiler, se trasladaban los vecinos de un domicilio a otro y aprovechaban para deshacerse, quemándolos, de los trastos que no les servían.
Pedro y Pablo son los nombres de pila de quienes hoy en España se disputan el priorazgo de la izquierda haciendo ostentación de radicalidad, algo particularmente grave en el caso de Pedro, ya que su organización que es la que más tiempo ha gobernado España desde que, hace cuarenta años, se hayan venido configurando en nuestro país gobiernos democráticos -dejemos claro que están incluidos también los que preside mariano Rajoy-, se ha debido en gran medida a que aquello que ha dado en denominarse como el centro político, le dio su apoyo. Pedro ha llevado a los socialistas a tener los peores resultados electorales cosechados en su reciente historia y pensamos que, escorándose a la izquierda como ha hecho, apenas tomadas las riendas de su partido, posiblemente consiga el aplauso de quienes le han apoyado -justo la mitad de la militancia, lo que no es una victoria tan amplia como se dice y, desde luego, no lo es para tirar tantos cohetes como se están lanzando-, pero puede seguir encontrándose con una sangría de votos por el centro izquierda. Quizá por eso su mayor obsesión sea desalojar a Rajoy de la Moncloa al precio que sea porque, en las actuales circunstancias, un nuevo batacazo electoral podría mandarlo a las profundidades del mundo político.
Mañana es día de los santos Pedro y Pablo, onomástica de quienes se disputan el liderazgo de la izquierda en España. Un Pedro y Pablo que no dudan, en el caso del segundo, en presentar mociones de censura que no van más allá de la farsa teatral con exhibición que roza lo impúdico, y en el del segundo en formular declaraciones de plurinacionalidad con una única soberanía.
(Publicada en ABC Córdoba el 28 de junio de 2017 en esta dirección)