Entramos en septiembre y el verano declina, al menos astronómicamente. El dicho tradicional señala que el núcleo duro del estío es el tiempo que va de Virgen a Virgen, refiriéndose a las festividades de la Nuestra Señora del Carmen y de Nuestra Señora de la Asunción. Es decir, la segunda quincena de julio y la primera de agosto. Septiembre suele traernos, en algunas fechas, elevadas temperaturas, que al final de mes se denominan como el veranillo de San Miguel. El balance térmico del verano que se nos va no ha sido particularmente penoso en tierras de Córdoba, aunque la prolongada sequía puede dar problemas si el otoño no la remedia. La bonanza, en cuanto a calor se refiere, ha llevado a que en los medios de comunicación se haya hablado de estrés térmico cuando los termómetros han superado los cuarenta grados -solo por poco- en el noroeste de España, en tierras como las de Lérida y Gerona. Ese estrés hacía difícil poder trabajar. No deja de ser curioso como el calor provoca efectos diferentes y dan lugar a situaciones distintas, según las zonas de España donde aprieta.
Desde hace algunos años, las tórridas temperaturas cordobesas han hecho que en las postrimerías del curso escolar el calor en las aulas -verdaderamente lo hace, aunque en otro tiempo no se le echaba demasiada cuenta-, haya planteado la necesidad de su climatización. Se ha convertido en un caballo de batalla y el ayuntamiento cordobés, ya en el pasado mandato, abordó el problema, que en realidad corresponde a la Consejería de Educación, en colaboración con otras instituciones. Los trabajos deberían estar concluidos antes de que finalizara este año, pero como las cosas de palacio van despacio, no van a poder cumplirse los plazos y ello puede tener consecuencias de índole económica.
Así las cosas, el delegado de Urbanismo, Salvador Fuentes, ha viajado a Sevilla y ha negociado con la Agencia Andaluza de la Energía, organismo que controla los recursos que la Unión Europea ha destinado al proyecto de dotar de aire acondicionado a diecinueve colegios cordobeses, a una prórroga en la ejecución de las obras con el fin de no tener problemas con la ayuda comunitaria destinada a este proyecto. Esa prórroga va a permitir que las obras se prolonguen hasta el mes de septiembre de 2020, cuando el verano del próximo año decline y haya dado comienzo un nuevo curso escolar. Pero esa prórroga significa para el final del curso que ahora comienza las obras no tienen que estar concluidas y, si la próxima primavera resulta calurosa, va a suponer que de nuevo haya problemas. Además, la experiencia señala lo que suele ocurrir con las prórrogas. Traen del brazo una relajación que lleva a eternizarse los proyectos prorrogados. En Córdoba tenemos buenos ejemplos de ello. Lo ocurrido en los últimos años con las obras del llamado Plan Turístico de Grandes Ciudades es un lamentable caso de lo que decimos, al acumularse, una detrás de otra, las prórrogas con los consiguientes retrasos en su ejecución y que se prolongan ya a lo largo de tres mandatos municipales.
Salvador Fuentes habrá de estar muy pendiente de la ejecución de las obras prorrogadas y conseguir que se cumplan los plazos, aunque si el calor del próximo año aprieta en el último trimestre del curso escolar en ciernes…
(Publicada en ABC Córdoba el 4 de septiembre de 2019 en esta dirección)
Imagen: Pixabay