El refranero, aunque en muchos casos tiene un dicho para una cosa y otro para la contraria, no deja de ser un depósito de la sabiduría popular. Uno de ellos dice «Cría cuervos y te sacarán los ojos». Se trata de una advertencia contra aquellos que, habiendo sido favorecidos con dádivas y otras prebendas, en lugar de agradecerlo a quien se las ha proporcionado, actúan contra él. En la antigüedad el fabulista Esopo nos advertía contra quienes tenían ese comportamiento. Contaba la historia de un campesino que, apiadado de una víbora que estaba moribunda a causa del frío -sabido es que las serpientes hibernan cuando las temperaturas no les son favorables-, la abrigó en su pecho utilizando el calor de su propio cuerpo. Una vez recuperada, picó al campesino provocándole la muerte con su veneno. Los refranes, como las fábulas tienen una moraleja que, en este caso, podría resumirse en que a los malvados no se consigue apartarlos del mal por mucho bien que se les haga.
En estos días de emergencia nacional, en que nos encontramos con que el gobierno de España ha decretado el estado de alarma, estamos asistiendo a una impresentable actitud de Torra, inhabilitado desde hace muchas semanas por la justicia para seguir siendo presidente de la Generalitat de Cataluña, cosa que Sánchez no ha tenido en cuenta para reunirse con él, tras celebrarse la conferencia de presidentes autonómicos para acordar medidas que permitan afrontar con la mayor eficacia la enfermedad del coronavirus.
Esa actitud, ha dicho la ministra de Defensa, Margarita Robles, no es propia de un responsable político. Más bien encaja en el perfil de un activista poco recomendable en las presentes circunstancias. Para nada ha servido la condescendencia que con él ha tenido Sánchez con el propósito de ganarse su apoyo parlamentario. Quien hoy es presidente del Gobierno de España, gracias a la condescendencia de Bildu, los herederos políticos de los asesinos de ETA, y de los independentistas catalanes, se ha humillado hasta niveles que resultan poco menos que increíbles y ha mantenido actitudes que sólo porque hemos sido testigos de ellas podemos asegurar que se han producido. Ha aceptado que Torra se presentase en la Moncloa con un lazo amarillo en la solapa, sabiendo lo que eso significa. Ha tenido que modificar la fecha de la reunión hecha pública por Moncloa ante el rechazo de Torra. Ha tenido que oír improperios insultantes. No ha abierto la boca -hay silencios verdaderamente oprobiosos- ante la excarcelación literal de los políticos presos en aplicación torticera por parte de Torra del artículo 100.2 del Reglamento Penitenciario que se ha aplicado generosamente a quienes han sido condenados por el delito por sedición por el Tribunal Supremo de España.
Torra, un xenófobo confeso, como muchos otros independentistas catalanes, no está dispuesto a arrimar el hombro en un momento tan complicado como el que estamos viviendo en estos días. Si Sánchez esperaba que dándole un trato que no merece iba a conseguir que tuviera una actitud diferente, se ha equivocado. El viejo refrán y la vieja fábula de Esopo tienen plena actualidad en la actitud que Sánchez viene manteniendo con él. No sé si las palabras, contundentes, de la ministra de Defensa Margarita Robles, sobre la actitud de Torra, indican un cambio de tendencia en el entreguismo de Sánchez con un sujeto como este. Será cuestión de esperar, aunque nos tememos que conociendo las bases ideológicas del sanchismo…
(Publicada en ABC Córdoba el 21 de marzo de 2020 en esta dirección)
Enhorabuena por su analisis que seguro comparten mmuchisimos españoles que asistimos indignados a estos acontecimientos