Fue en el año 2006 cuando un desconocido Albert Rivera se puso en cueros -no se trata de un eufemismo, sino de una literalidad-, tenía que llamar la atención como fuera en la que era su primera campaña electoral. Las elecciones a las que concurría eran al parlamento de Cataluña y Ciutadans, que era su partido, logró tres diputados. Han pasado casi diez años desde que se le ocurrió lo de ponerse en pelotas. Hoy Ciutadans, que en el resto de España se llama Ciudadanos, ha triplicado su presencia en parlamento catalán y las encuestas que se publican de cara a las elecciones autonómicas catalanas del 27 septiembre, concebidas por Artur Mas como un desafío ante el monumental fiasco de la consulta independentista del pasado mes noviembre y por eso las anunció con muchos meses de antelación, le dan un crecimiento casi exponencial tanto en votos como en escaños.

Ciudadanos tiene hoy presencia en el parlamento europeo y ha obtenido nueve diputados en el parlamento de Andalucía, a pesar de que cuando se dejó caer por estas latitudes nos soltó aquello de que no venía a traernos peces, sino a enseñarnos a pescar. A poco que se reflexione, es un insulto en toda regla a los andaluces que, sin embargo, no fue obstáculo para que cientos de miles le entregaran su voto.

Ahora estamos en otra fase de su trayectoria política donde la complejidad se nos antoja creciente. Albert Rivera ya no puede -no lo necesita- ponerse en pelotas para llamar la atención. Los medios se la están dedicando con generosidad y quizá no está calibrando las consecuencias de un exceso de exposición de mediática, que es algo que no suele dar buenos resultados porque quien habla mucho acaba “metiendo la pata”. Eso empieza a ocurrirle a Albert Rivera quien ha de demostrar que es algo más que un rostro telegénico. Por lo pronto ha dicho que hay que parar las obras del AVE. Parece poco acertado sobre todo en aquellas zonas que no gozan de los beneficios de la alta velocidad ferroviaria, cuando Cataluña es la única región que tiene ya a sus cuatro capitales conectadas. También ha dicho que no pactará con aquellos partidos que no elijan a sus dirigentes a través de un proceso de primarias. Algo que nos parece particularmente grave porque significa una injerencia intolerable en la vida interna de los partidos y que deja entrever algún aspecto de su concepto de democracia. Tampoco ha estado muy acertado al afirmar que han de ser dos las personas por habitación en cada casa -otra injerencia peligrosa, ésta en algo tan íntimo como es la vida familiar-, o señalar que ha de tenerse carnet joven para ejercer la política. Hay quien ya empieza a denominar como “rivereces” a estas auténticas perlas cultivadas.

Rivera y Ciudadanos están inéditos en tareas de gobierno, pero diciendo estas cosas… Quizá sea fruto de su inexperiencia, lo que no deja de suponer un peligro ya que se trata del líder de un partido que, según señalan todos los sondeos, va a recibir un importante número de votos y puede ser pieza fundamental en la configuración de gobiernos autonómicos y de ciudades muy importantes, ya que, según proclama el propio Rivera, Ciudadanos va a convertirse en la tercera fuerza municipal de España. Como muchas otras cosas eso es algo que está por ver y alguno tal vez piense que esto último sea otra “riverez”.

(Publicada en ABC Córdoba el 20 de mayo de 2015 en esta dirección)

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