Hace muchos años en el sistema educativo imperante entonces había un curso al que se conocía escuela preparatoria. Era un curso de preparación, como su nombre indica, para ingresar en el bachillerato. El de los seis años y dos reválidas. En aquella escuela, cuando se nos enseñaba la historia de España en los tiempos antiguos se nos decía que había dos grandes tribus: la de los celtas, al norte y la de los íberos al sur y que en el centro de la península se mezclaron, dando lugar a los celtíberos. Las cosas no eran así, pero era la forma de que entendiéramos que por entonces había, celtas, íberos y también celtíberos. Años más tarde estudié que los celtíberos estaban formados por diferentes tribus, todas ellas aguerridas y fieras, como eran los vacceos, los arévacos, los lusones o los pelendones. Una de sus ciudades Numancia, ofreció una tenaz resistencia a los romanos. Dicha resistencia fue de tal entidad que, según se afirma —hay quien lo pone en duda— los romanos se vieron obligados a cambiar el calendario para nombrar a tiempo los cónsules que habían de dirigir las legiones romanas contra los numantinos. Por eso, el mes de septiembre no es el séptimo del año, sino el octavo, octubre no es el octavo, sino el noveno y también ocurre lo mismo con noviembre y con diciembre. Cicerón se refirió a Numancia como “el terror de la República”

El territorio de la antigua Celtiberia está hoy ocupado por gran parte de las actuales provincias de Cuenca, Soria y Teruel. Ese territorio, de unos cincuenta mil kilómetros cuadrados de extensión, es, no sólo una de las zonas más despobladas de España, sino de toda Europa. Su densidad de población es tan baja que el número de habitantes por kilómetro cuadrado es similar al que tienen zonas del mundo tradicionalmente despobladas como son Laponia o el desierto del Kalahari.

La portavoz del PSOE, que como otros ínclitos sanchistas, tiene como misión principal difundir el argumentario que cada mañana ha sido elaborado por los fontaneros de la Moncloa para hacernos comulgar con ruedas de molino, afirmó que el concierto catalán que supone que el Estado va a dejar de ser el recaudador de impuestos como el IRPF o el IVA —la Asociación de Inspectores de Hacienda advierte de sus nefastas consecuencias— es sólo una singularidad fiscal y que no es una novedad. Que esa singularidad la tenían ya Cuenca, Soria y Teruel —un reconocido sanchista como Paco López no recibió las instrucciones a tiempo en el caso que nos ocupa y se salió del guion—. Esa portavoz, que se llama Esther Peña, es diputada por Burgos, se dice que tiene experiencia política, cosa que no puedo afirmar, pero puedo decir que no tiene grandes nociones de historia porque no sabe quiénes son los celtíberos, es decir los de Cuenca, los de Soria y los de Teruel para andar con zarandajas y estupideces como la que nos ha largado. No les gustan esta clase de cosas porque son gente seria, recia y para tonterías, las justas.  Los fontaneros de la Moncloa deben encontrar otras ruedas de molino con las que busquen hacernos comulgar.

(Publicada en ABC Córdoba el viernes 13 de septiembre de 2024 en esta dirección)

Deje un comentario