Según ha declarado Mas, después de la conferencia de presidentes autonómicos, ha llegado el momento de ponerle punto final al «café para todos», lo que lleva implícita una declaración de quedarse en España, pero con un trato especial. Inmediatamente se apresura a decir que no se trata de una muestra de insolidaridad.
El «café para todos» fue una expresión acuñada en los años de la Transición, cuando el diseño inicial del estado que se construía tras la muerte de Franco saltó por los aires. Para los catalanistas el «café para todos» fue una especie de trágala parecido al que Fernando VII hubo de soportar con la Constitución de 1812, a pesar de afirmar que era el primero en marchar por la senda constitucional.
Hagamos un poco de memoria. Lo que se había proyectado, según quedaba plasmado en el título VIII de la Constitución, era que habría nacionalidades históricas como Cataluña, País Vasco y Galicia que articularían su autonomía a partir del artículo 151 del texto constitucional. El resto de España, que no formaba parte de las nacionalidades históricas porque no había sometido a la aprobación de las Cortes de la Segunda República un Estatuto de Autonomía, la regularían por el artículo 143. En aquella tesitura Andalucía rompió el esquema diseñado con el referéndum del 28 de febrero de 1980 y se hizo un sitio entre las autonomías que se organizaban por la vía del artículo 151. A la postre se abrió un portillo por el que entraron todas las regiones, convirtiendo en agua de borrajas las diferencias entre las nacionalidades históricas y las demás comunidades. Fue el «café para todos» con el que Cataluña se quedaba sin esa singularidad a la que alude Más. Ahora, el presidente de la Generalitat quiere poner punto final a ese estado de cosas y marcar diferencias, al tiempo que habla de solidaridad. A Artur Mas le pasa lo mismo que a los británicos, quienes admiten la igualdad entre los hombres siempre que reconozcas que ellos son superiores. La creencia en la superioridad de Mas, por la que rechaza el café para todos, se fundamenta en la cantinela de que ellos aportan más. Una de esas aportaciones, por ejemplo, es el volumen de IVA. Habrá que recordarle que mucha gente cuando pagamos la factura de la luz, la del gas, la del teléfono móvil o cuando compramos un automóvil ese IVA cuenta como pagado desde Cataluña porque allí está la razón social de la correspondiente empresa. Más claro el agua.
(Publicada en ABC Córdoba el 6 de octubre de 2012 en esta dirección)