Según los resultados del Informe PISA España ha mejorado su posición respecto a evaluaciones anteriores. En lo que se refiere a Lectura está ligeramente por encima de la media de los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) y mucho mejor que la de la Unión Europea, aunque se encuentra a años luz de los que ocupan los primeros puestos, como Singapur, Canadá o Finlandia. En Ciencias, nos encontramos en la media de OCDE y por encima de la Unión Europea, pero muy alejados de los países punteros. La asignatura pendiente son las Matemáticas, estamos por debajo de OCDE y también, por poco, por debajo de la Unión Europea. El informe se refiere a los alumnos de 15 años, es decir los que acaban de completar la enseñanza obligatoria o están a punto de hacerlo, según el sistema educativo de cada país. La evaluación se realiza en las tres áreas mencionadas, ya que las Letras, hoy denominadas Humanidades, no merecen ser evaluadas —un hito más en ese largo camino que conduce a hacerlas desaparecer— para conocer el nivel de los jóvenes. Hay quienes consideran que tales informes no responden a la verdadera realidad del nivel de formación de los alumnos y que tampoco reflejan la eficacia de un sistema educativo, pero todos esperan sus resultados y, cuando les son favorables, no despotrican el sistema empleado. En román paladino eso se llama arrimar el ascua a su sardina.

Sin embargo los resultados de España presentan diferencias, algo más que notables, entre unas comunidades y otras. Algunas mejoran y obtienen resultados aceptables. Es el caso de Castilla-León, la Comunidad de Madrid y Navarra, pero otros no levantan cabeza como es el caso de Andalucía, que ocupa los últimos lugares. Es la última en Ciencias y la penúltima en Matemáticas y Lectura. Es la primera en lo que a fracaso escolar se refiere. En resumen, en cuestión de educación, Andalucía está a la cola de España. Es lo mismo que le ocurre cuando se mide el Producto Interior Bruto, la Renta Per Cápita o el porcentaje de población activa que se encuentra en paro. Resultados descorazonadores, pese a la propaganda, cada vez más burda, con que suele obsequiarnos el centro informativo instalado en el Palacio de San Telmo y cuyas terminales encontramos en todas las provincias andaluzas.

Se repiten, como si se tratara de un mantra tibetano, las bondades de unos gobiernos que se han gastado el dinero para combatir el paro en situaciones como las de los Eres o que hizo inversiones, como las de portátiles para alumnos de un determinado nivel, que acabaron abandonados y sin uso, cuando no se encontraban a la venta en mercadillos de objetos de segunda mano. Nuestro sistema educativo necesita del necesario consenso político, pero en Andalucía es consecuencia de una situación donde problemas que afloraron hace tiempo se han venido ocultando para presentar un panorama con tintes, poco menos que idílicos, que se alejaba cada vez más de muchas situaciones que se viven en las aulas. No nos referimos a fenómenos esporádicos, sino como realidades frecuentes ante las que los docentes se encuentran inermes. Todo ello acompañado del desprestigio del profesorado, al que incluso se llegó al ofrecimiento de pagarle más —algunos lo llaman soborno—, caso de aprobar a más alumnos, poniendo en marcha un denominado, engañosamente, Plan de Calidad.

Cuando las evaluaciones son externas… estos son los resultados. Quizá ahí tengamos una explicación para la oposición frontal a las reválidas.

(Publicada en ABC Córdoba el 10 de diciembre de 2016 en esta dirección)

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