¡Un impuesto para cajeros de los bancos! ¡Aquello iba a suponer el desastre de dimensión bíblica!

VEREMOS qué sucede, pese a las declaraciones hechas por el Banco de España, que cometió errores de bulto en la época del zapaterismo, cuando su máximo responsable era Miguel Ángel Fernández Ordoñez, rechazando el anuncio de que las entidades bancarias van a cobrar una comisión, además de la que se paga por sacar dinero, a quienes, sin ser clientes, utilicen sus cajeros automáticos. Lo han anunciado en las fechas en que suelen hacerse estos anuncios —en los meses del estío vacacional— el Banco Santander, el BBVA y la Caixa. Entre las tres entidades, gracias al proceso de concentración bancaria que prácticamente ya se ha convertido en un oligopolio —concentración de la oferta en un reducido número de empresas— controlan más del cincuenta por ciento de los cajeros automáticos que operan en España. El argumento expuesto por alguno de los prebostes bancarios, uno de los que cobran varios millones de euros anuales, es de libro, de libro de cuentas: mantener en servicio los cajeros automáticos cuesta dinero. Nos toma por memos o por algo más, al no añadir que el uso de los cajeros, al igual que el de la banca online, reduce exponencialmente los costos laborales de las entidades bancarias, que en los últimos años han reducido en decenas de miles el número de sus trabajadores, en buena parte sustituidos por el servicio que prestan las máquinas.

Hace pocos días, la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena —a la que le queda un calvario en los cuatro años de su mandato municipal, si es que los termina, con la colección de concejales y concejalas que tiene a su vera—, hubo, a prisa y corriendo, de desdecir al edil de Economía y Hacienda, Carlos Sánchez, quien afirmó que el ayuntamiento madrileño iba a cobrar un impuesto a los bancos por la presencia de cajeros automáticos en las vías públicas de la capital de España. ¡Madre de Dios la que se armó! ¡Un impuesto a los cajeros automáticos! ¡Aquello iba a suponer un desastre de proporciones bíblicas! Carmena, ella sola se lo ha buscado, tuvo que salir a la palestra para apagar el fuego del incendio al más puro estilo de la denostada casta: negando la afirmación que había hecho el concejal y acusando de hacer una interpretación equivocada y hasta torticera a quienes difundieron la noticia del impuesto de marras. El escándalo a cuenta de la noticia que generó el impuesto fue de tal calibre que al gobierno municipal madrileño se le ocurrió poner en marcha, con la impagable colaboración del grupo municipal socialista, eso que han llamado la «web de la verdad», un engendro propio de regímenes dictatoriales para controlar la información y desacreditar la que no cuadra a sus intereses.

Decía el concejal de Economía y Hacienda que el dinero recaudado por ese impuesto se dedicaría a fines sociales. No era mal destino. Ahora en lugar de un impuesto —hasta este momento las entidades bancarias no pueden imponerlos— van a cobrarnos, si alguien no lo remedia, una nueva comisión por el uso de esos cajeros, cuyo destino es engordar la cuenta de resultados de las entidades bancarias, que no deben tener bastante con incrementar de forma espectacular sus beneficios que, en buena medida, ya no llegan del tradicional negocio bancario, sino de las comisiones con que fríen a sus clientes. ¿Alguien, además del Banco de España, va a decir algo?

(Publicada en ABC Córdoba el 5 de agosto de 2015 en esta dirección)

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