Ahora es por dinero por lo que se cambia el apellido que supone nuestra vinculación a los antepasados
«TODO por la pasta» fue una película que, dirigida por Enrique Urbizu, protagonizaron Antonio Resines y María Barranco entre otros actores. En dicha película, gente de muy variada condición estaba dispuesta a lo que fuera necesario con tal de hacerse con un botín procedente del atraco a un bingo. Creo recordar que la cinta era de principios de los noventa del siglo pasado. Un tiempo en que ciertos valores se deterioraban a toda prisa en aras del dinero, el ídolo principal de nuestro tiempo que, ciertamente, en toda circunstancia y lugar ha tenido su importancia, pero sin que su posición llegara a poco menos que a convertirse en lo único valorado.
Recuerdo que mi maestro, el doctor Cepeda Adán, cuando yo andaba vertebrando algunos aspectos de la que sería mi tesis doctoral, decía una y otra vez que una de las cuestiones principales a las que debía enfrentarse el historiador era la de tratar de analizar los hechos con la mentalidad de la época objeto de estudio. Jamás —reiteraba poniendo mucho énfasis— con una mentalidad propia de nuestro tiempo. Se refería, principalmente, a que las cuestiones económicas, teniendo su importancia, se valoraban menos en la España de los austrias que el honor y la honra. Recurría a expresiones tales como «pobre, pero honrado» o los célebres versos que Calderón, en el «Alcalde de Zalamea», ponía en boca de Pedro Crespo: «Al Rey la hacienda y la vida se han de dar/ pero el honor es patrimonio del alma/ y el alma solo es de Dios…». Afirmaba el bueno de don José que, siendo una expresión literaria, indicaban la importancia del honor en aquella sociedad.
Viene todo esto a colación porque por la «pasta» se destrozan infraestructuras públicas —el alcalde de Córdoba se quejaba de ello en unas recientes declaraciones— para hacerse con piezas de valor en el mercado negro como las planchas de bronce del puente del Arenal. Apuntaba más el alcalde, al señalar la posibilidad de que el robo del bronce estuviera en el origen del incendio del mencionado puente, cuya apertura al tráfico se presenta problemática en las próximas semanas con el consiguiente perjuicio y daño a lo público y a los vecinos.
Por la «pasta», aunque con lo que algunos llaman «glamour», la tenista María Sharapova ha intentado cambiarse su apellido por el de Sugarpova con vistas a promocionar los dulces y chucherías de su marca coincidiendo con el Open de Estados Unidos. En otro tiempo la gente se cambiaba el apellido por razones muy diferentes. Lo hicieron los judíos para tratar de evitar caer en manos de los nazis o para pasar desapercibidos a los ojos del tribunal de la Inquisición. Ahora es por dinero por lo que se cambia el apellido que supone nuestra vinculación a los antepasados. Por cierto, siempre he defendido el hecho, ahora cuestionado, de que los españoles llevemos el apellido del padre y de la madre y que las mujeres no lo pierdan al casarse, llamándose como el marido. Por eso, frente a la costumbre anglosajona, siempre he firmado lo que escribo con los dos apellidos, el que me llegó por vía paterna y el que lo hizo por vía materna.
(Publicada en ABC Córdoba el 24 de agosto de 2013 en esta dirección)