La gente no se olvida de que fueron Zapatero y sus necedades quienes agrandaron el agujero en el que nos encontramos
LO de arrimar el ascua a la sardina propia es inherente al género humano. Estos días tenemos un ejemplo de libro en las declaraciones de los líderes de los principales partidos que tienen asiento en el Congreso de los Diputados a cuenta de los sms de Rajoy con Bárcenas.
Rubalcaba ha manifestado, después de no pocas dudas, su voluntad de plantear una moción de censura… si los populares siguen bloqueando la comparecencia de Rajoy en el Congreso para dar explicaciones del asunto. Lo adecuado, según Rubalcaba, sería que Rajoy presentara su dimisión y lo sustituyera alguien del Partido Popular. No quiere ni oír hablar de un anticipo electoral que para los socialistas supondría —así lo señalan todas las encuestas— un descalabro que incluso aumentaría la hecatombe que supuso para ellos las últimas elecciones generales. La gente no se olvida de que fueron Zapatero y sus necedades quienes agrandaron el agujero en el que nos encontramos. Rubalcaba estaría encantado con un cambio de presidente y que las elecciones se convoquen dentro de dos años y medio, que es cuando concluye la legislatura. Ve la moción de censura como mal menor con la que podría salir escaldado, sabedor de que la perderá. En su actuación resulta palmario que está arrimando el ascua a su sardina. Unas elecciones en otoño serían un desastre para él. Por el contrario, Cayo Lara clama por las esquinas pidiendo un adelanto electoral y exige la dimisión del gobierno en bloque. Las encuestas le sonríen, aunque luego, suele ocurrir con bastante frecuencia a los comunistas, los resultados en las urnas resultan menos espectaculares de lo que parecía. Es consciente de su oportunidad y trata de aprovecharla. Una moción de censura le parece una zarandaja habida cuenta de que los populares gozan de mayoría absoluta y se descuelga con un «las mociones de censura se presentan para ganarlas» —en la España democrática se han perdido las dos que se han presentado—. Sus clamores por un adelanto electoral son una forma de arrimar el ascua a su sardina. Lo hace sin el menor rubor. Sin embargo, pueden fallarle los cálculos. Los resultados de la coalición izquierdista se sustentan, en gran parte, en los votos que cosechan en Andalucía y aquí entre la alcaldesa de Manilva, el piso de Diego Valderas y del portavoz parlamentario, José Antonio Castro, también procedente de un desahucio bancario, puede que no le cuadren las cuentas. En el caso de CiU, el deseo de arrimar el ascua a su sardina lo ha formulado el alcalde de Barcelona. Aprovechando la escandalera, afirma —también sin el menor rubor— que apoyarían una moción de censura a cambio de apoyo a lo que llaman el derecho a decidir. Tampoco quieren oír hablar de anticipo electoral, las encuestas pintan bastos para ellos. Elecciones anticipadas es lo que piden los republicanos de Esquerra a quienes Mas y compañía le están haciendo el caldo gordo. Los populares, por su parte, se agarran a la estabilidad, tan necesaria en estos momentos, que proporciona su mayoría absoluta para rechazar incluso la comparecencia del Rajoy en el Congreso de los Diputados.
Resulta evidente que con estas aguas tan revueltas —pueden convertirse en marejada— cada cual arrima el ascua a su sardina.
(Publicada en ABC Córdoba el 20 de julio de 2013 en esta dirección)