No nos referimos a la situación económica, social o política, cuando titulamos esta columna Mejor que el año pasado. Estamos mucho peor que, cuando por estas fechas, Sánchez había logrado que lo invistieran presidente de gobierno, después de haber perdido las elecciones, una vez más. Por mucho que mienta el mayor insultador del reino, el ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente Santiago, cuando dice que nuestros trenes viven el mejor momento de su historia —hay que tener mucha caradura para afirmar eso y, además repetirlo en una comparecencia parlamentaria, con la que está cayendo en Renfe—, la situación ferroviaria es caótica Los retrasos no son circunstanciales, se acumulan. Las salidas con retraso y las llegadas a deshora son cotidianas. Eso hace que se pierdan enlaces y se llegue tarde los destinos. Los trenes se averían o descarrilan trenes y queda durante horas o días interrumpido el servicio. Los repuestos faltan en los almacenes. No se invierte en mantenimiento lo mínimo exigible en las infraestructuras, en muchos lugares. Se ha perdido la confianza en uno de los que fueran símbolo de la modernidad de España. Se ha hecho público que en el gobierno de Sánchez invierte en los ferrocarriles del País Vasco dos vece más que en Extremadura que tiene una red ferroviaria cuya extensión es doble.

Cataluña y el País Vasco se están llevando la parte el león, a costa de dejar al resto de los españoles en situaciones precarias. Es una parte del pago de Sánchez a Bildu, al PNV, a Esquerra Republicana y a Junts. Cuando se haga realidad el concierto económico que le han arrancado los independentistas catalanes para que siga en la Moncloa, sufriremos las consecuencias que eso significa para los servicios públicos en nuestra tierra. El sanchismo rompe uno de los mantras de la izquierda: beneficiar a los pobres a costa de los ricos. Ahora son las partes más ricas del país —excepción de Madrid, que va de la mano de Díaz Ayuso—las que reciben las mayores inversiones a costa de mayores dificultades para las zonas más atrasadas.

Dice Sánchez que la economía va como un cohete… para las grandes cifras macroeconómicas. Pero no para las economías familiares que cada vez tienen más dificultades para llegar a fin de mes. La vivienda es un problema para millones de españoles porque Sánchez en seis años —ha mentido mucho también en este terreno— no ha construido viviendas sociales, pese a los cientos de miles prometidas.

Entonces, ¿en que estamos mejor? La respuesta es en la cantidad de agua embalsada en España en su conjunto y en Andalucía en particular. Las reservas andaluzas andan rozando el cuarenta por ciento, cuando por estas fechas, el año pasado, no se llegaba al veinte. En Córdoba frente a menos del quince por ciento de hace un año, los pantanos acumulan ahora casi el doble. En lo que llevamos de año meteorológico ha llovido un treinta por ciento más de la media. Menos mal que en esto Sánchez no puede meter la mano porque podría ocurrir que se llevaran para Cataluña o al País Vasco hasta el agua que necesitamos. Para que él continuara en la Moncloa.

(Publicada en ABC Córdoba el viernes 25 de octubre de 2024 en esta dirección)

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