Todo un coro de ministros, encabezados por la portavoz, Pilar Alegría, repiten que en países de Europa tan importantes como Francia o Gran Bretaña, donde recientemente se han celebrado elecciones para constituir sus cámaras legislativas, —el Parlamento en el caso británico y la Asamblea Nacional en Francia— siguen el camino trazado por Sánchez en España. No está claro cuál es el camino al que se refieren, pero en el terreno de la política parece más que dudoso. En Gran Bretaña han ganado de forma aplastante los laboristas, al conseguir una mayoría absoluta. Ello ha sido después de que su líder Keir Starmer abandonara el radicalismo marxista en que había instalado al partido Jeremy Corbyn, al que han terminado expulsando. Starmer lo ha llevado hacia postulados de centro y moderación que son propios de una social democracia. Ha sido eso lo que le ha permitido hacerse con gran parte del electorado moderado británico. Es justo lo contrario de lo que Sánchez ha hecho con el PSOE, al que ha radicalizado, asumiendo buena parte de los postulados podemitas de los que abominaba y afirmaba que un acuerdo con Podemos le produciría insomnio, como a la gran mayoría de los españoles. Aquella afirmación, como es norma en Sánchez, duró poco. Se abrazó a Iglesias para mantenerse en el poder y terminaría vampirizándole el programa.
En el caso de Francia tampoco parece que Enmanuel Macron, que lidera el centro político en el país vecino, esté muy en consonancia con lo que Sánchez sostiene en España. Añádase a ello que el varapalo sufrido por el centrismo en Francia, tras las elecciones europeas, hizo que Macrón convocara elecciones legislativas anticipadas. Francia no ha seguido el camino que Sánchez impone en España por mucho que sus voceros se empeñen en hacérselo creer a una población cada vez más alejada de la política y adormecida con los eventos deportivos. Si hay alguna similitud entre el sanchismo y una corriente política francesa es la que representa la llamada Francia Insumisa, que lidera Jean Luc Melenchón quien, al modo sanchista, ha reclamado la presidencia del gobierno con setenta y dos diputados que son los que tiene dentro del llamado Nuevo Frente Popular. Muy lejos de los quinientos diez que constituyen la Asamblea gala. Eso está en una línea mucho más en consonancia con lo que Sánchez reclama aquí cuando pierde las elecciones.
Los bulos de los que tanto se queja tienen una fábrica en la Moncloa cuya eficacia está acreditada. Ahora tratan de hacer suyos éxitos ajenos. En el caso británico aplicando criterios políticos diametralmente opuestos a los que impulsa el sanchismo. En el caso francés tratando de señalar que el fracaso electoral de la ultraderecha de Anne Marie Le Pen acompañado de un relativo triunfo de la ultraizquierda —algo más de siete millones de votos frente a los algo más de diez de la extrema derecha— es comparable al freno que Sánchez pone aquí a VOX. Nada más lejos de la realidad, pero al igual que han hecho comulgar a muchos españoles con gran cantidad de ruedas de molino, tratan ahora de hacerlo con un nuevo bulo.
(Publicada en ABC Córdoba el viernes 12 de julio de 2024 en esta dirección)