Hoy, cuando son una realidad las dificultades de Pedro Sánchez para mantenerse a toda costa en la Moncloa y seguir presidiendo un gabinete que carece de presupuestos para poder gobernar. Cuando Sánchez defiende lo que afirmaba que no haría sólo unas semanas antes porque, sencillamente, ha cambiado de opinión. Cuando sus ministros, porque así lo dice “el puto amo” salen en tromba cuando un mandatario extranjero, léase el argentino Milei, llama corrupta a la mujer del presidente, considerando que es un ataque a las instituciones españolas y hasta retira al embajador. Cuando en diferentes ocasiones otros mandatarios extranjeros, léase el mejicano López Obrador o el venezolano Maduro o el colombiano Petro —hay donde elegir— insultan al jefe del Estado, ese gobierno guarda un oprobioso silencio, que en gran medida lo define. Cuando Sánchez ha consagrado una ley de amnistía que Felipe González ha calificado de infecta. Cuando la desigualdad de los españoles ante la ley, que contraviene un principio básico constitucional, es una realidad: un delito cometido por unos queda borrado mientras que el mismo delito cometido por otros supone una grave condena. Cuando se está buscando la vía de dar un trato fiscal a Cataluña que supone un clavo más en la desigualdad entre españoles. Cuando por los siete votos de un prófugo de la justicia han ocurrido los dislates que han ocurrido, una cosa como el fútbol se convierte en una especie de bálsamo que poner sobre tanta herida.
Estas semanas se han jugado los partidos que oficialmente se llaman del play off, haciendo uso de ese anglicismo que nos inunda. Los emparejamientos de la fase final de esa liguilla en los que se decidía el ascenso a la segunda división, la denominada categoría de plata del futbol español, han enfrentado a dos equipos catalanes: el filial de C.F. Barcelona, conocido como Barcelona B y la Gimnástica de Tarragona, y dos equipos andaluces: el Málaga C.F. y el Córdoba C.F. Un duelo futbolístico entre Cataluña tierra privilegiada por las inversiones del Estado español —incluida la dictadura franquista en que hubo años en que el INI (Instituto Nacional de Industria) llegó a invertir allí el sesenta y seis por ciento de su presupuesto— y Andalucía. El día 22 el Málaga C.F. eliminaba, tras remontar un resultado que le era adverso, a los tarraconenses en su propio estadio. El día 23, víspera de san Juan, el Córdoba C.F. hacía lo propio, también remontando un resultado que le era adverso, a los barcelonistas en su estadio del Arcángel. Los andaluces, llamados despectivamente charnegos en ciertos ambientes catalanes, vencían por partida doble en el duelo futbolístico.
El fútbol que algunos consideramos una cuestión menor que, desde luego para mucha gente es una pasión muy importante en sus vidas, ha sido en esta ocasión una especie de bálsamo ante las desigualdades que, por mor de las necesidades de Sánchez, están siendo establecidas y que aún no han terminado porque quienes chantajean, como están haciendo los independentistas catalanes, siempre piden más. Pero esos partidos que los equipos andaluces resolvieron favorablemente llevaron la alegría a muchas zonas de Andalucía. Es una especia de consuelo que, en cualquier caso, no debe ocultar lo que está ocurriendo, que es de extrema gravedad.
(Publicada en ABC Córdoba el viernes 28 de junio de 2024 en esta direcciíon)