Estamos en tiempos de reflexión. No lo digo por el teatrillo montado por Sánchez, que ha necesitado cinco días para decirnos lo que era de esperar: no se marcha de la Moncloa. Ha mentido, con autentico descaro —lo ha llamado sin cortarse un pelo, porque cuajo tiene para dar y regalar, cambio de opinión— para hacerse con el poder y ahora no iba a dejarlo tan fácilmente. Afirmó que jamás pactaría con los herederos políticos de los etarras que ahora tienen el nombre de Bildu, para conseguir su apoyo y poder estar en la Moncloa. Afirmó que jamás habría amnistía para quienes habían protagonizado en 2017 un golpe de Estado, pero como ahora necesitaba los votos del partido que lidera un prófugo de la justicia ha impulsado una ley de amnistía. Ha protagonizado auténticas piruetas políticas, como atender de tapadillo en un hospital al representante del Frente Polisario para poco después considerar que el referéndum defendido por la ONU sobre el Sahara carece de valor y que Marruecos, en realidad el sátrapa que manda en ese país, es el dueño de la que fuera provincia española. Lo hizo sin que el asunto pasase por el consejo de ministros y sin informar al jefe del Estado, apoyándose en que es el presidente del gobierno quien marca la política exterior española. Ha mentido en tantas cosas que no es posible creer que con estos días de “reflexión” no buscaba crear expectación para decirnos que va a ir a emprenderla contra los jueces y el periodismo que no está dispuesto a reírle sus mentiras. Ha alzado la voz contra quienes, según él, enfangan la política, que son quienes denuncian sus actuaciones y falsedades. Señalaba que la necesidad de su “reflexión” estaba motivada por los bulos en contra de su mujer a la que un juez ha abierto diligencias porque habrá visto indicios de corrupción para hacerlo. Es lo que ocurrió con Urdangarín en el llamado caso Noos, había indicios de corrupción y un juez abrió diligencias que llevaron a juicio y a sentencia condenatoria. Afirma que todo es un bulo de quienes enfangan la política.

Para Sánchez no la enfangan quienes, sin fundamento, como luego se demostró, acusaron en sede parlamentaria a la mujer de Núñez Feijóo de ciertas prácticas. Tampoco la enfangan quienes dicen cosas tales como referirse a él como “el puto amo” expresión que, en boca de un ministro de España, es algo más que fango.

Si hablamos de tiempo de reflexión es porque el alcalde de Córdoba ha señalado que es necesario reflexionar sobre lo que está ocurriendo como motivo de la celebración de la fiesta de las Cruces. Se han producido situaciones que alteran la tranquilidad ciudadana de forma muy grave. Se han dado aglomeraciones tan grandes que resultan peligrosas. Ha habido cánticos a deshoras, numerosas borracheras y ha sido práctica común miccionar en la vía pública, sin la menor cortapisa. Esperemos que el señor alcalde no cambie de opinión, muchos cordobeses se lo agradecerán, y que, pasada la feria de Nuestra Señora de la Salud, se aborde el problema, se reflexione y se tomen las medidas necesarias para que lo ocurrido este año no se vuelva a repitir en fiestas de las Cruces por venir.

(Publicada en ABC Córdoba el viernes 3 de mayo de 2024 en esta dirección)

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