A lo largo de la historia ha sido frecuente poner en boca de algunos personajes frases que, probablemente, nunca pronunciaron, pero que recogían de forma resumida ideas muy importantes para el tiempo en que eran adjudicadas. A Luis XIV de Francia se le atribuye la frase: “Ya no hay Pirineos”, cuando aceptó el testamento de Carlos II, el último de los Austrias españoles, donde se nombraba a su nieto Felipe de Anjou, como rey de España. Al que fuera canciller primero de Prusia y después de Alemania, Otto von Bismarck se le atribuye la frase en la que aludía a la resistencia de España como nación porque los españoles llevaban doscientos años tratando de destruirla y no lo conseguían. Volviendo a Luis XIV, prototipo del absolutismo monárquico, también se le atribuye: “El Estado soy yo”, que era una forma de afirmar su poder omnímodo en sólo cuatro palabras.
Hace unos días, el presidente en funciones del gobierno de España decía que la amnistía para quienes protagonizaron el golpe de Estado del uno de octubre de 2017 era una necesidad y que estaba dispuesto a concederla por el bien de España. Esto no es una frase atribuida, sino pronunciada por Sánchez. Un sujeto que se sitúa por encima del tribunal supremo de España, que condenó a los golpistas catalanes —salvo al que huyó en el maletero de un coche y es buscado por la justicia española para juzgarlo—. Amnistiarlos significa que ese tribunal era parcial y que las leyes que aplicaba para condenarlos eran injustas. Es en esos casos, cuando las leyes son injustas o los tribunales son parciales, cuando se aplican las amnistías. Amnistía por el bien de España es lo que Sánchez afirmaba ante el comité federal del PSOE.
Que busque promulgar una amnistía, cosa que negaba hace unas semanas —eso no es cambiar de opinión, eso es sencilla y llanamente mentir con mucho descaro— es algo que, siguiendo la trayectoria del personaje, no debe extrañar a nadie. Pero lo tremendo de esa afirmación es que, haciéndolo por un motivo personal, afirme que lo hace por el bien de España. Añadan ustedes a eso que el comité federal del PSOE, con contadas excepciones, aplaudía tal afirmación y se ponía en pie. Se entiende que había gran cantidad de estómagos agradecidos que no tenían otra opción y que lo mismo que aplaudieron eso, aplaudirán, si se les pone en la tesitura, justo lo contrario. Aplaudían la amnistía para los golpistas catalanes, cuyo objetivo es romper España y aplaudían a quien les decía que lo hace por el bien de lo que esos sujetos tratan de romper.
El PSOE de hoy, en pleno siglo XXI, es Sánchez, como el Estado era Luis XIV, prototipo del absolutismo monárquico, a finales del siglo XVII. Su desfachatez, ante el comité federal de los socialistas, es una normalidad dados los derroteros por los que transita ese partido bajo su égida, pero que nos tome por imbéciles diciendo que sus tejemanejes para continuar en la Moncloa los hace por el bien de España es propio de un autócrata al que le falta el trono por el que, en alguna ocasión, ha dado muestras de suspirar.
(Publicada en ABC Córdoba el viernes 3 de noviembre de 2023 en esta dirección)