Hace algo más de medio siglo, era por el año 1971, cuando Pedro Masó rodó una película titulada ’Las Ibéricas F.C’. En ella se reflejaban algunos aspectos del rol de la mujer en aquel tiempo. El asunto era que la dueña de una tienda de modas y un vendedor de coches organizaban un equipo de fútbol femenino —toda una rareza por entonces— donde se cuestionaba que el deporte pudiera tener beneficios para la salud femenina.
Más de un millón de españoles pasó por taquilla para ver aquella película, que era todo un bodrio. Su atractivo radicaba en que las futbolistas del Ibéricas F.C. eran Rosanna Yanni, María Kosti, Tina Sainz o Ingrid Garbo…, todas ellas mujeres atractivas en edad de merecer, según el lenguaje de la época. Vestían pantaloncitos cortos para enseñar mucho muslo y sus camisetas, muy ajustadas, permitían adivinar lo que ocultaban. Todavía, Pío Cabanillas, desde el ministerio de Información y Turismo donde apenas estuvo diez meses —desde enero hasta octubre de 1974— no había dado vía libre a ciertos desnudos en que, recuerden, las actrices se desnudaban si lo exigía el guion y se establecían diferencias entre un desnudo parcial y uno integral. Aquellas veleidades costaron a don Pío salir del ministerio.
El tiempo no ha pasado en balde y la realidad de hoy es muy diferente. La vida de los españoles es muy distinta a la de comienzos de los años setenta del pasado siglo y su percepción sobre el futbol femenino han girado ciento ochenta grados. Están en las antípodas de entonces y en las antípodas de nuestro país, en Australia y en Nueva Zelanda, se disputa un campeonato del mundo de selecciones nacionales de futbol. Allí la selección española está brillando como nunca.
El próximo domingo jugará la final contra la selección de Inglaterra. Nunca antes nuestra selección había llegado tan lejos y tiene el mérito añadido de que ha sido necesario superar las dificultades que se vivían hace sólo algunos meses. En la selección se produjo la rebelión de un número importante de jugadoras de primer nivel —el esqueleto del equipo—, al negarse a vestir la elástica nacional, caso de que siguiera siendo seleccionador Jorge Vilda.
La Federación Española de Fútbol apoyó su continuidad y las mencionadas jugadoras, salvo tres que más tarde depusieron su actitud, quedaron apartadas de la selección. Es de presumir que, después de lo que está ocurriendo, mesarán sus cabellos, entristecidas o encorajinadas, porque llegar a la final de un campeonato del mundo, con posibilidades de hacerse con un triunfo inesperado, está al alcance de muy pocos deportistas.
Ha pasado mucha agua bajo los puentes, pese a las graves sequías sufridas en este más de medio siglo —estamos inmersos en una de ellas— desde que se produjo el estreno de Las Ibéricas F.C.. El fútbol femenino es hoy un deporte practicado por muchas mujeres. La cifra de fichas federativas está en torno a las cien mil. Los campos de futbol, donde se disputan los partidos tienen importantes entradas —en algunos casos llenos espectaculares de grandes estadios— y la afición acude a ver… fútbol.
Sería una gran alegría que el domingo nuestras jugadoras se proclamaran campeonas del mundo. Habrían necesitado mucho menos tiempo que la selección masculina en conseguirlo.
(Publicada en ABC Córdoba el viernes 18 de agosto de 2023 en esta dirección)