La provincia de Córdoba tiene una extensión de 1.377.100 hectáreas. Según los datos de la Delegación Provincial de Agricultura, Ganadería y Desarrollo sostenible, en 2020, estaban dedicadas al cultivo del olivar 371.311 hectáreas. Eso significa casi el 27 por ciento de la superficie provincial y es, tras Jaén, la segunda más importante de España, que es el primer productor mundial de aceite de oliva. Según datos de 2020, la mayor parte de los olivares cordobeses es de secano -algo más de 85 por ciento- y el 15 por ciento restante lo es de regadío, que ha ido ganando terreno, muy rápidamente, en los últimos años. La cosecha de aceituna, aunque presenta oscilaciones importantes de unos años a otros, como consecuencia de diversos factores como las plagas o la meteorología se sitúa en torno a las 300.000 toneladas anuales. Eso significa unas 75.000 toneladas de aceite por año, aunque con fuertes oscilaciones. En cualquier caso, el llamado ‘oro líquido’ supone un elemento de primera importancia en la economía cordobesa.
Esas cifras son el resultado de un enorme esfuerzo que en los últimos tiempos ha hecho que en las almazaras a la cantidad se añada el objetivo de obtener aceites de alta calidad. Muy importante ha sido la determinación por la calidad y la lucha por la comercialización llevada a cabo desde las denominaciones de origen cordobesas, como son las de Baena, Priego, Lucena o Montoro-Adamuz. Aceites de estas denominaciones de origen alcanzan los primeros premios en diferentes variedades en importantes concursos internacionales, recogiendo el fruto del magnífico trabajo realizado. Sin embargo, los elevados precios alcanzados por el aceite de oliva, como consecuencia de cosechas deficitarias, han hecho que la picaresca, acompañada por una legislación que tiene gateras por las que colarse, esté atacando el buen nombre del aceite de oliva, cuyo emblema es el virgen extra.
Están llegando al mercado aceites como si fueran de oliva, pero que tienen un elevado porcentaje de aceite de girasol. En el etiquetado se señala que se trata de aceite «elaborado con aceite de oliva». Es decir, no se dice que lo sea, pero la expresión induce al comprador a creer que está comprando aceite de oliva que tiene el atractivo de ofrecerse a un precio más bajo del verdadero aceite de oliva. En letra muy pequeña se señala que sólo el 60 por ciento es aceite de oliva.
En España está prohibido por ley la mezcla de aceites, pero no en el caso de Portugal. La picaresca lleva a que se lleven aceites de España al vecino país y allí se realice la mezcla de forma legal para traerse a España con el etiquetado señalado y que, con argucias gramaticales, se ofrece como de oliva. Nada tiene que ver su calidad con ese aceite que con años de trabajo y esfuerzo ha colocado a los aceites cordobeses en el más alto nivel mundial. Esos pícaros que, buscando un dinero fácil, se aprovechan de unos precios desorbitados y, acogiéndose a una legislación que tiene fisuras por las que se cuelan, dan gato por liebre y dañan un producto de extraordinaria calidad y muy importante para la economía cordobesa.
(Publicada en ABC Córdoba el viernes 28 de abril de 2023 en esta dirección)
Imagen original de PEXELS