Desde hace ya algunos años estamos asistiendo a una importante y, en mi opinión, preocupante transformación del paisaje agrario cordobés. Esa transformación está llevando a la desaparición de tierras dedicadas al cultivo de los cereales y otras gramíneas, así como la reducción del viñedo, en beneficio del olivo, que va camino de convertirse en un monocultivo con la grave secuela de consecuencias sociales y también económicas que suelen derivarse de esa situación. En el caso de las tierras de la campiña la expansión del olivo es significativo de lo que decimos. El número de plantones que pueden verse en tierras que antes eran de pan sembrar, como se decía en siglos anteriores, es cada vez mayor. Muchos de esos plantonares y otros olivares con mayor antigüedad son en la actualidad de regadío, lo que supone que necesitan grandes cantidades de agua para su crecimiento y productividad y eso colabora, en cierta medida, al problema, cada vez más frecuente de la escasez de recursos hídricos en nuestra tierra.
La situación en que actualmente se encuentra la cuenca hidrográfica del Guadalquivir no es una novedad, pero sí es alarmante. En estas circunstancias resulta conveniente señalar que en torno al setenta por ciento del consumo del agua que albergan sus pantanos está destinado al regadío de los campos de cultivo. Ciertamente las tierras que se riegan no son exclusivamente olivares, pero los olivos de regadío sí son cada vez más numerosos.
Por todo ello no deja de ser una noticia interesante el hecho de que, en el sur de la provincia, en los términos de Lucena y Cabra, grandes extensiones de olivar vayan a ser sustituidas por paneles solares. Se trata todavía de un proyecto, si bien en lo relativo a algunos aspectos está muy avanzado. La inversión prevista ronda los sesenta millones de euros y donde en la actualidad hay cerca de cuarenta mil olivos quedarán instalados en los próximos años en torno a ciento diez mil paneles solares, que generarán unos noventa mil megavatios.
No es una mala noticia que haya quien esté dispuesto a aprovechar el valor que supone el sol en Córdoba, que en lo más duro del estío llega a angustiarnos. Tampoco lo es que, con la ampliación a la que estamos asistiendo de las tierras dedicadas al olivo, esos miles de olivos vayan a ser sustituidos por paneles solares. Máxime cuando nos encontramos en una encrucijada energética —se nos dice que es coyuntural— que está suponiendo para los consumidores —tanto particulares como las empresas— problemas muy serios para hacer frente a los gastos que han alcanzado los precios de una energía que necesitamos y que, en buena medida, procede de costosas fuentes foráneas, incluida la energía que nos vende Francia de sus centrales nucleares situadas el otro lado de Los Pirineos porque aquí abominamos de esas instalaciones, aunque no tengamos reparo en consumir su energía. Esperemos que este proyecto de colocar paneles solares en lugar de olivos llegue a ser, cuanto antes mejor, una realidad en beneficio de nuestra provincia.
(Publicada en ABC Córdoba el viernes 3 de diciembre de 2021 en esta dirección)
Imagen de pixabay