Hemos asistido a un hecho insólito, no tanto porque Pedro Sánchez haya incumplido una promesa, que eso es algo que forma parte del paisaje político actual, sino porque el gobierno de un Estado, el gobierno de España, con su presidente a la cabeza -calculó hasta el ultimo momento el costo que podía suponerle asistir a una reunión en Barcelona-, se haya reunido con quienes impulsaron un proceso de sedición -sedición con la legislación en la mano-, cuya finalidad era romper el Estado del que forman parte.
Sánchez llama a esa reunión mesa de diálogo, los independentistas, mesa de negociación porque desean una amnistía para todos los sediciosos encausados por la justicia y algunos de ellos prófugos y lograr la independencia, amen de las cuestiones que siempre han acompañado al catalanismo, que ha sido sacar del Estado -las inversiones del INI en Cataluña fueron dos tercios del total- la mayor tajada posible en detrimento de los españoles que viven en otras zonas del país o hacernos cargar con el precio de sus tejidos poniendo aranceles a los que eran más baratos y procedían del extranjero.
Los independentistas han buscado, pese al gallinero que es el independentismo en la actualidad, la imagen de una negociación de tú a tú. No ha habido mas que ver como retiraron la bandera de España para que únicamente apareciera la bandera de Cataluña después de que Sánchez compareciera ante la prensa que, curiosamente, lo hizo antes de que lo hiciera Aragonés. Ese trato desigual, respecto a otras comunidades, ha levantado las iras de muchos presidentes de gobiernos autonómicos. La Generalitat no acude a los consejos de Política Fiscal y Financiera porque quiere un trato diferenciado. Ese trato es el que piden desde otras comunidades, temiendo que, en esos encuentros bilaterales, más allá del bochorno que provocan, se sigan llevando la parte del león.
Ha hecho bien Moreno Bonilla, en su condición de presidente de la Junta de Andalucía, en reclamar, inmediatamente, una mesa bilateral, con acompañamiento de ministros, con el presidente del gobierno y tratar en ella los asuntos que incumben a Andalucía. Ni más ni menos que lo que se le ha otorgado, de forma inicua, dados los planteamientos de los independentistas, a Cataluña.
El resultado de la reunión ha respondido a los intereses de Sánchez, que tienen como principal objetivo su permanencia en la Moncloa, lo cual es legítimo si no se valiera de medios detestables, incluso en el campo de la política. Ha aparecido como el defensor de los intereses del Estado frente a las exigencias independentistas. Veremos lo que le dura la jugada que hábilmente ha trazado. Primero, retrasando casi dos años la reunión de esa mesa, y segundo apareciendo como el defensor de la unidad de España que ha puesto en cuestión asistiendo a esa reunión, que también reclama Urkullu.
(Publicada en ABC Córdoba el 25 de septiembre de 2021 en esta dirección)