Lo que se va sabiendo del terremoto político que ha sacudido España en plena pandemia es que los fontaneros de la Moncloa, con Ábalos a la cabeza, querían un acuerdo de conjunto con ciudadanos, entendiendo por tal presentar mociones de censura en todos los gobiernos de coalición que Ciudadanos cerró con el PP. En Moncloa querían que lo de Murcia se repitiera en Andalucía, Castilla y León y en Madrid. Ciudadanos no quiso, aunque en la Comunidad de Madrid las desavenencias entre ambas formaciones estaban a ojos vista. Por eso Ayuso, advertida o temiéndose la censura, se adelantó a los posibles acontecimientos -su vicepresidente había dado sobradas muestras de deslealtad-, disolvió la Asamblea madrileña y cesó de un plumazo a los consejeros de Ciudadanos.
Es muy posible que con esa decisión rompiera parte del esquema que, desde Moncloa, más interesados en el poder político, verdadera obsesión de Sánchez, que en hacer frente a lo que tenemos encima. Más Madrid y los socialistas madrileños buscaron un atajo presentando mociones de censura contra Ayuso en un intento desesperado de evitar las elecciones. A unos, los de Errejón, porque en el horizonte tienen nubarrones y otros porque los han cogido con el paso cambiado. El tiro les salió por la culata. Habrá elecciones.
Ciudadanos se juega su futuro. Ha dicho -vaya usted a saber si es verdad- y repetido que son un partido de centro y, después de fracasar en su intento de sobrepasar a los populares y hacerse hegemónicos en el espacio electoral no izquierdista, aspiran a ser bisagra, como ocurre en otros países de la Unión Europea donde esas bisagras políticas existen sin otra pretensión que asentar gobiernos a su izquierda y a su derecha. Los pactos postelectorales los escoraron a la derecha, tanto que el PP ha buscado fagocitarlos. Ahora aparecen más escorados a la izquierda y el PP teme a un socio poco fiable.
Ciertamente presentar una moción de censura contra el gobierno del que se forma parte, que es lo acaecido en Murcia, es algo insólito. Pero la política es el arte de lo posible y, a veces se articulan gobiernos con extraños compañeros de viaje; sin ir más lejos, Sánchez gobierna con quien afirmaba que le provocaba insomnio.
Es probable que Ayuso, que según los sondeos sería la ganadora, necesite tanto de Vox como de Ciudadanos para poder gobernar. Ahí se la juega Ciudadanos, si realmente tiene vocación de ser ese centro del que tan necesitado está la política española, cada vez más polarizada. A todo esto, Pablo Iglesias se mete directamente en la pelea electoral, pero no me queda espacio para más.
(Publicada en ABC Córdoba el 20 de marzo de 2021 en esta dirección)