Se nos muere agosto y, con la llegada de septiembre, el otoño asoma en el horizonte. Un otoño que será ciertamente extraño. Con su llegada, en tiempos de una normalidad que ahora no tenemos, se suele producir el lanzamiento de algunas importantes novedades literarias. Las editoriales, tras el estío, que es tiempo poco propicio para la lectura, tenían en sus catálogos grandes obras que ofrecer a los lectores de cara a los meses siguientes porque el otoño, que no es solo septiembre en que domina el buen tiempo e incluso hay todavía algo de la canícula veraniega, es tempo de recogimiento. Suele olvidársenos que esta estación del año llega hasta las mismísimas puertas de la Navidad, el solsticio de invierno tiene lugar en torno al veintiuno de diciembre. A partir del Día de los Santos los fríos, las heladas y también las lluvias son los que dibujan el panorama meteorológico. Ese es un tiempo que invita a quedarse en casa y, aunque la televisión supone una durísima competencia para la lectura, hay una alternativa a los concursos, a los “sálvame” o a ver como una serie de individuos se sacan las tiras de pellejo o se las sacan a todo aquel que es objeto de sus dardos. Tener un buen libro a mano es una alternativa. La permanencia en casa de muchas más horas, incluso con posibles confinamientos de comarcas o ciudades concretas —esperemos que no los haya masivos como el que se produjo en la pasada primavera— dará una oportunidad a la lectura. Este tiempo que se aproxima puede ser una excelente ocasión para adentrarse en las maravillosas historias que nos ofrecen los buenos libros.
La suspensión de la feria del Libro de Madrid, que se había trasladado de su fecha habitual, algunas semanas de la primavera, a la primera quincena de octubre, ha sido un mazazo para un sector que está siendo duramente golpeado. Tampoco ayudará el que la situación en que nos encontramos ha llevado a las editoriales a posponer —lo vienen haciendo desde la pasada primavera— algunos de sus lanzamientos más importantes. Sin embargo, pese a todos esos imponderables, la invitación a la lectura es siempre recomendable. Son muchas la razones para hacerlo, desde la de disfrutar de esas horas de ocio que, en circunstancias diferentes de las que nos están tocando vivir, se dedican a otras actividades que ahora no resultan recomendables, hasta la fascinante aventura que supone trasladarse a otro tiempo lleno de atractivos, conocer lugares lejanos y recorrer de la mano del autor paisajes por los que quizá hemos transitado en alguna ocasión o no iremos a ellos jamás. También sumergirnos en alguna intriga policíaca que nos mantiene en vilo hasta conocer el desenlace o vivir, junto a sus protagonistas, un relevante episodio histórico. Puede que la lectura escogida nos induzca a reflexionar sobre alguna de las consideraciones acerca de las que el autor formula una serie de planteamientos.
En definitiva, tenemos en el horizonte, pese a todas las dificultades, unos meses en que la literatura puede ocupar un lugar importante porque tenemos ante nosotros un tiempo particularmente atractivo para leer. Esa es la invitación que hacemos a quienes no lo tienen por costumbre y también a los que disfrutan de forma permanente de los libros, que pueden marcar esta época en la que nos vemos sumergidos y paliar sus sombras y contrariedades
(Publicada en ABC Córdoba el 29 de agosto de 2020 en esta dirección)
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