Acaba de nacer 2020 y como todos los comienzos de año es tiempo de propósitos. Hacer dieta para perder esos kilos que nos sobran, aunque ese propósito suele retrasarse unos días, hasta que pasen los últimos excesos que llegan con el roscón de Reyes. Nos proponemos caminar, al menos media hora, a buen paso, porque es algo extraordinariamente beneficioso para la salud y lo recomiendan todos los médicos. Antes no era necesario, pero ahora es algo más que recomendable, al habernos convertido en una sociedad sedentaria. Hacemos propósito de no comer aquello que es malo para el colesterol cuyos niveles de peligrosidad han bajado de forma sustancial en los últimos años, vaya usted a saber si no hay en ello una perniciosa influencia de las empresas farmacéuticas que tienen un lucrativo negocio. Lo digo porque las agresiones a la salud de determinados alimentos, se convierten años después en excelentes aliados de ella. Ocurrió con el aceite de oliva al que dictaminaron que su ingesta era fuente de toda clase de males. Le ocurría en otro tiempo al pascado azul y ahora es fuente de bienestar. El consumo de huevos pasa por momentos de oprobio y deben ser proscritos o cuando menos ha de reducirse su consumo de forma drástica, y ahora al ser portadores de omega tres, convierte su consumo en algo más que recomendable.
Estos estrenos de año son propicios, entre los fumadores, para plantearse su abandono. Es también tiempo de apuntarse al gimnasio con propósitos estéticos y saludables. Los gimnasios suelen tener un notable aumento de clientes en estas primeras semanas de enero. Muchas personas se plantean seriamente hacer lo que no hicieron el año pasado, ni los anteriores.
Tenemos también un estreno, ciertamente singular. Vamos a tener gobierno después de muchos de meses de que la actividad de ese poder del Estado hubiera sido ejercida en funciones. Hay quien dice que eso ha evitado que la recesión que tenemos en puertas no se haya producido con la intensidad que se esperaba porque, al estar en funciones, Sánchez ha visto limitada su capacidad de tomar decisiones. El estreno de ese gobierno -una alianza de socialistas y podemitas- va a convertir en noches muy largas dominadas por el insomnio a la mayoría de los españoles, según afirmaba, hace pocos meses, Pedro Sánchez a quien también le producía insomnio pactar con Pablo Iglesias, que es lo que decidió inmediatamente después de las elecciones del 10 de noviembre, sin que nos diera tiempo de digerir los resultados. Quizá cambie otra vez de colchón, como hizo cuando entró en la Moncloa, según también su propia confesión.
El estreno de ese gobierno con propiedades parecidas a las de la centramina, que tomábamos en los años mozos en tiempo de exámenes finales para estar toda la noche en vela estudiando lo que no se había estudiado a lo largo del curso, tiene sus propios propósitos, aunque Pedro Sánchez ha hecho gala de un oscurantismo, verdaderamente llamativo, en todo lo concerniente a los acuerdos con Podemos y más aún con los independentistas catalanes que van a hacer posible su investidura, con el PNV, que una vez más ha puesto el cazo y, parece ser que ha conseguido que la Guardia Civil deje de ejercer labores de tráfico en Navarra. Tampoco sabemos que ha negociado con los herederos políticos de los asesinos de ETA.
Estrenamos año, estrenamos buenos propósitos y estrenaremos gobierno. Hay quien afirma que el infierno está llano de buenos propósitos.
(Publicada en ABC Córdoba el 4 de enero de 2020 en esta dirección)
Imagen: Pixabay