Los espartanos de Leónidas, los que defendieron el paso de las Termópilas eran trescientos. Lucharon como les pedían sus mujeres cuando los soldados de Esparta iban para la guerra y les decían, al entregarles el pesado escudo con el que combatían los hoplitas, “vuelve con él o sobre él”. Era una forma lacónica de decirles victoria o muerte, ya que era costumbre entre los espartanos llevar sobre sus propios escudos a los compañeros que habían caído en combate. Se trata de una frase dura, más aún en labios de una mujer que despide a su esposo o a sus hijos y que habla del temple de las espartanas que formaban parte de aquella sociedad, que era una sociedad de guerreros. Leónidas y los suyos murieron defendiendo aquel paso frente a los soldados de Jerjes, conocidos como los inmortales, muy superiores en número y que sólo lograron franquearlo con la ayuda de un pastor, llamado Efialtes, que les mostró un camino por las montañas que permitió a los persas atacar por la retaguardia a Leónidas y los suyos. El sacrificio de aquellos espartanos en las Termópilas no fue inútil. Dieron tiempo a los griegos a organizarse y Temístocles pudo preparar su flota e infligió a los persas una severa derrota en Salamina que decidió el curso de la Segunda Guerra Médica.
Hoy, cerca del lugar donde se libró la legendaria batalla, se alza un monumento en honor a Leónidas, en cuyo pedestal puede leerse la lacónica respuesta que dio a los persas cuando le pudieron que entregase sus armas: Ven por ellas (Molon labe)
Tezanos, el ínclito sociólogo que, manejando los importantes recursos del Centro de Investigaciones Sociológicas, lo utiliza en servicio de su jefe, Pedro Sánchez debía entregar sus armas. Es decir, presentar su dimisión, tras el fiasco de los pronósticos electorales que realizaba en vísperas del 10 de noviembre. Los diputados que asignaba a PSOE podían llegar a los cientos cincuenta y la parte baja de la horquilla señalaba en cualquier caso una importante subida de escaños para los socialistas. Las urnas dictaron sentencia en sentido contrario y Sánchez se encontró con tres diputados menos de los que había conseguido en abril. Eso explica su brevísima intervención la noche electoral y el lenguaje corporal, pese a las alharacas de victoria, verdaderamente pírrica, que lanzó, señalaba su profunda decepción. Los ciento cincuenta de Tezanos eran menos y quedaban en ciento veinte. Para este viaje no eran necesarias tantas alforjas como ha supuesto mantener la interinidad del gobierno más de medio año.
Pese a que la demoscopia electoral es ciencia inexacta, porque depende en última instancia del libre albedrio de los votantes, el fiasco de esa encuesta es monumental, no sólo por el error en la cuantificación del voto socialista, sino por señalar en ella que Vox iba a la baja. Tezanos, una vez conocidos los resultados, debería haber presentado de forma irremisible su dimisión, como hizo Albert Rivera al día siguiente del descalabro electoral de Ciudadanos que, por cierto, Tezanos minimizaba.
En la historia de la demoscopia electoral quedarán como referente de un trabajo mal hecho los ciento cincuenta de Tezanos. Todo un oprobio para el director de cocina de ese engendro de encuesta que ofrecía unas cifras con las que buscaba algo muy diferente de reflejar la intención de voto de los españoles.
(Publicada en ABC Córdoba el 23 de noviembre de 2019 en esta dirección)
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