No vaya usted a decirme que esto es normal. Porque no lo es.

Lo normal es que se tengan problemas que ni se imaginan. Cambiar de compañía telefónica, incluso cuando no existe un compromiso de permanencia, requiere un esfuerzo y una dedicación comparable a la de un examen de oposición. Lo normal es encontrarse con toda clase de trabas y, superadas estas, que te sigan mandando durante meses facturas por servicios que dejaron de prestarte.

Hace algunos años fui víctima de tal clase de fullería. La compañía que me prestaba entonces el servicio perdió mi confianza y decidí poner punto final a nuestra relación comercial. Continuaron enviándome facturas que, evidentemente, dejé de pagar y tuvieron la desfachatez de conminarme por escrito, amenazándome poco menos que con las penas del infierno, al final hasta gallearon el ponerme en la lista de morosos. Hasta ahí llegamos. Les respondí, retándoles a que se atrevieran, y fue mano de santo. Ya no supe más de ellos. Bueno sí, de vez en cuando me mandan publicidad para volver captarme entre sus clientes. Es también normal que para darse de baja, vía telefónica, nos encontremos con una voz en off que nos ofrece una gama de dígitos a marcar, según el asunto que ha determinado nuestra llamada. Ni se le ocurra marcar el número que le indiquen como el establecido para darse de baja. Sería un craso error. Una musiquilla le acompañará durante minutos y más minutos hasta que usted, desesperado, acaba colgando el auricular. No haga un nuevo intento, obtendrá el mismo resultado. Si se decide a marcar un número hágalo con el que le indican para darse de alta o contratar un nuevo servicio. Inmediatamente le atenderán de forma solícita. Póngase serio y trate de que le conecten al número de las bajas; con suerte, puede que lo consiga. Es también normal, en caso de haber hecho un pago adelantado -suelen pedírselo a jóvenes con dificultades para acreditar solvencia económica cuando solicitan una línea ADSL-, que surjan problemas para que les devuelvan ese anticipo a la finalización del contrato.

No se trata de experiencias personales. Desde hace años las compañías telefónicas encabezan las quejas de los usuarios por las más variadas circunstancias. Por eso, el otro día me quedé asombrado, admirado. ¿Será el signo de un nuevo tiempo telefónico?

(Publicada en ABC Córdoba el 6 de febrero de 2013 en esta dirección)

 

 

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