¿Se imagina lo que estarían diciendo los populistas, si un político de lo que antes denominaban la casta hubiera sido reprobado en tres ocasiones en sólo cuatro meses? ¿Se lo imagina? Pues bien, es, exactamente, la situación en quela ignorante alcaldesa de Barcelonase encuentra. Lo de ignorante se lo ganó a pulso, entre otras cosas, por calificar, dando muestras de una supina ignorancia, al almirante Cervera de «facha», como excusa para quitar su nombre a una calle de la Ciudad Condal. La alcaldesa de Barcelona ha sido reprobada por la corporación municipal en tres ocasiones en menos de medio año. Si Ada Colau no ha establecido una marca en cuestión de reprobaciones, debe ser medalla de plata en esto de no dar pie con bola y conseguir que concejales de tendencias políticas, no sólo diferentes sino antagónicas, se pongan de acuerdo para decirle que su gestión deja muchísimo que desear.

Alguna declaración suya estuvo a punto de costarle a la ciudad el Mobile World Congress, que deja varios cientos de millones en cada edición. Este año, incapaz de sacar adelante el presupuesto de la ciudad, planteó una moción de confianza que sólo las diferencias que anidan en la oposición la salvaron de tener que abandonar la alcaldía. Su falta de capacidad negociadora tampoco le permitió lograr los apoyos necesarios para sacar adelante lo que eran sus dos «grandes proyectos» para ciudad. Uno de ellos era una consulta múltiple, lo que denominaba «la multiconsulta», que no era más que una de las diferentes formas de las que se vale del populismo de aparentar estar al lado de los ciudadanos, sin comprometerse demasiado. Como lo es o al menos lo había sido hasta la compra del casoplón que se han agenciado Pablo Iglesias y Irene Montero, vender que se vive en barrios populares para convivir y estar al lado del pueblo. Como hacía Colau cuando los desahucios eran un terrible problema social -ahora siguen existiendo, pero parece que ya no son el grave problema de antaño- y se buscó un notable protagonismo. Por cierto, se afirma en medios políticos, muy comprometidos con el asunto de los desahucios cuando suponen un grave drama familiar, que el papel de Colau tenía mucho de pose para alcanzar notoriedad.

Las reprobaciones de Colau en el consistorio barcelonés se han encadenado, una tras otra desde el pasado abril. Una como consecuencia de los graves recortes presupuestarios causados por su pésima gestión en los tres años de desgobierno que ya acumula. Otra debido a la grave crisis derivada de la proliferación de los conocidos como narcopisos en Ciutat Vella y el grave problema que ello supone para el barrio y para muchos otros barceloneses, sin que la alcaldesa sea capaz de siquiera atisbar un remedio. Una tercera por la grave inseguridad -la seguridad de Barcelona es responsabilidad directa de Colau- que se vive en sus calles donde proliferan las agresiones callejeras. La gota que ha colmado el vaso ha sido la sufrida por un turista norteamericano y protagonizada por unos manteros -uno de los «gremios» protegidos por la alcaldesa-, que proliferan de tal forma que están convirtiendo Barcelona en un aduar.

Su paso por la alcaldía se está convirtiendo en una montaña de errores que están pagando los barceloneses. Mientras se han producido los últimos desafueros Colau no aparecía. Estaba de vacaciones. Otra forma de estar al lado de las personas cuando arrecian los problemas.

(Publicada en ABC Córdoba el 15 de agosto de 2018 en esta dirección)

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