Alguien dirá que, todo esto está muy bien, pero que las empresas siguen cerrando, que continúan los expedientes de regulación de empleo, que las cifras de paro, pese a los buenos datos de diciembre, alcanzan niveles insoportables, que el consumo anda por los suelos, que cada vez es mayor el número de familias españolas a las que cuesta mucho llegar a fin de mes y que los comedores sociales están a reventar. Todo esto también es cierto. Tan cierto como que la quiebra de Lehmann Brothers, las hipotecas basura de que se hablaba en Estados Unidos o que muchos bancos europeos eran rescatados por sus gobiernos para salvarlos de la quiebra parecían asuntos que no nos afectaban y mirábamos la crisis como algo que no iba con nosotros. Lo peor fue que quien tenía la obligación de darse cuenta de la que se nos venía encima y contaba con setecientos asesores -por cierto, Rajoy tiene dos más que Zapatero- afirmaba que nuestra banca era la mejor banca del mundo y que jugábamos en la Champions League de la economía mundial, a pesar de que los datos de la macroeconomía señalaban la tormenta nos amenazaba.
Los expertos sostienen que hay datos en nuestra economía que empiezan a despuntar y, aunque no podemos bajar la guardia, permiten ver luz en la lejanía. Una luz que tardará meses en alumbrar nuestra vida diaria. Tengo la impresión de que es lo suficientemente clara como para que la última subasta de bonos del tesoro se haya resuelto con un resultado tan positivo, que hasta la prensa anglosajona, «The Wall Street Journal», dedicara alabanzas -ahí es nada- a la senda por la que empieza a transitar la economía española o que la financiera Morgan Stanley considere a España como el segundo mejor país del mundo donde invertir en 2013.
(Publicada en ABC Córdoba el 19 de Enero de 2013 en esta dirección)