No se trata de errores, sino de mentiras porque dicen cosas que no son verdad y lo saben. Artur Mas, el padre defenestrado de todo este desaguisado, afirmaba que los cancos y las empresas acudirían a Cataluña, una vez que se proclamase la independencia, que tendrían que hacer cola para registrarse. Lo ocurrido apunta justo en dirección contraria, más de tres mil empresas han sacado su sede social de Cataluña, entre ellas dos de los bandos más importantes del país, la Caixa y el Banco de Sabadell. Dijeron, muy ufanos, aunque el lenguaje corporal no suele mentir y sólo había que fijarse en sus rostros cuando cantaban el Segador, que proclamaban la República Independiente de Cataluña y luego resultó que de eso nada de nada. Pura simbología. El que fuera consejero de Interior, el hoy detenido Joaquín Forn aseguró, cuando el desastre policial que protagonizaron los mozos de escuadra -un cuerpo que, al menos en lo que se refiere a muchos de sus mandos principales, ha revelado ser una policía política- cuando el atentado de Las Ramblas, afirmando que no había advertencias previas sobre la posibilidad de un grave atentado terrorista en Barcelona. La CIA las había hecho con la suficiente antelación como para haber tomado las medidas que no se llevaron a cabo. Lo dijo “El Periódico de Cataluña”, que por algún canal había conseguido la información, y se lanzaron como una jauría sobre el diario, acusándole de mentir, calumniando a sus profesionales y mintiendo como se ha puesto de manifiesto al conocerse que entre los papeles que los mozos querían destruir en una incineradora estaba la advertencia de atentado terrorista hecha por la CIA. Mienten cuando siguen sosteniendo, pese a las declaraciones de los máximos responsables de la Unión Europea, algunas de ellas muy contundentes, de que si proclaman la independencia quedarían automáticamente fuera de la Unión. Mienten cuando difunden imágenes sesgadas, incluso trucadas, de lo que ocurrió el uno de octubre. Mienten cuando pretenden darle validez a un referéndum donde se cometieron toda clase de irregularidades, llegan a votar en algunos lugares más gente de la que estaba inscrita en el censo de la localidad. Mienten cuando hablan de que el desaguisado al que denominan “el proceso” es algo pacífico. No lo corrobora las presiones sobre la policía que incluso tiene que abandonar los hoteles donde está alojada, la quema de banderas de España, el destrozo de vehículos policiales, la tala de árboles en propiedades privadas de significadas personas contrarias al credo independentista. Mienten cuando han afirmado durante años que España les robaba, cuando los españoles hemos pagado manufacturas catalanas más caras que las que podían llegar del exterior, protegidas por fuertes aranceles aduaneros. Mienten porque quien les ha estado robando, mucho más del tres por ciento, han  sido sus propios gobernantes empezando por el clan de los Puyol en el que se incluye a la madre superiora y sus misales. Miente continuamente la televisión autonómica cuando dice que es un medio libre, siendo su principal finalidad el adoctrinamiento. Hasta mienten en los libros de texto, cuando se adoctrina, en sus aulas, diciendo cosas como que la guerra de Sucesión fue de Secesión o que el Ebro es un rió catalán que nace en tierras extrañas.

Me quedo sin espacio para poder seguir enumerando la sarta de mentiras en las que han venido sustentando el proceso. Unas mentiras que tienen abducidos, tras largos años de adoctrinamiento, a casi dos millones de catalanes.

(Publicada en ABC Córdoba el 31 de enero de 2018 en esta dirección)

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