Los italianos dirían: “Parole, parole…” con ritmo de una canción propia de los solistas italianos de los años sesenta y principios de los setenta, los que triunfaban en el festival de San Remo. Esta canción en concreto la cantaba Mina y terminaba diciendo “Parole, parole, parole, parole, parole, soltanto parole, parole tra noi” que venía a significar “Palabras, palabras, palabras, palabras, palabras, tan solo palabras, palabras entre nosotros”. En España, que somos más adustos, alguno de nuestros clásicos dirá que era persona de mucha palabrería o echaríamos mano del refranero y afirmaríamos que para este viaje no hacían falta alforjas o que había mucho ruido y pocas nueces. En esencia, todos estarían aludiendo a planteamientos que habían levantado mucha expectación y habían quedado en poca cosa, en agua de borrajas. Nos referimos a uno de los programas estrella del gobierno municipal, referido a suministrar agua a aquellas familias que, en riesgo de exclusión social, estuvieran en peligro de que la Empresa Municipal de Aguas de Córdoba fuera a cortarles el suministro.
La puesta en escena formaba parte de la tesis en que se tienen que sostener los planteamientos de determinadas formaciones políticas, como es el caso de Podemos. Necesitan seguir agitando el espantajo de la dureza de la crisis, que en buena medida les permite nacer -también los escandalosos casos de corrupción que azotan al país- para que no decaiga el malestar. Una de sus armas de combate fueron los desahucios -hace tiempo que no se producen concentraciones a la puerta de los desahuciados, pese a que se siguen produciendo, aunque su número haya disminuido-, también la pobreza severa en que la crisis dejaba a muchas familias. Sigue habiendo casos sangrantes, pero la realidad es que la situación del país tiene poco que ver en estos momentos con la que se vivía entre 2009 y 2012. Era una magnífica bandera de enganche defender a quienes podían perder su hogar, aunándose a ello que la actuación de las entidades bancarias dejaba mucho que desear y no sólo por las leoninas cláusulas suelo. Se añadía además, la necesidad de hacer frente a otras situaciones de riesgo como el corte del suministro de agua en la vivienda. Otro banderín de enganche. El Ayuntamiento cordobés integrado por una coalición socialcomunista y con el apoyo externo de los podemitas señalaba a bombo y platillo que ninguna familia en riesgo de exclusión social sería privada del suministro de agua. Ha transcurrido año y medio desde que aquellas declaraciones se han convertido en una realidad, la cantidad de gente que ha podido ver cortado el suministro en dieciocho meses, dado que las cosas de palacio van despacio que ha defraudado a sus promotores. El número de solicitantes que reúnen las condiciones establecidas para que se les suministre gratis un consumo vital de agua se eleva a cuarenta. A cuarenta familias en una ciudad que anda por los trescientos treinta mil habitantes.
¿Las condiciones para acceder a la gratuidad son tan duras que lo imposibilitan a miles de familias? ¿Son muchos menos de los que se dice que se encuentran en riesgo de exclusión social? No lo sabemos. Es de suponer que en el Ayuntamiento tendrán datos a través de los servicios sociales y, aunque la alcaldesa quiera quitarle hierro al asunto, todo esto tiene la pinta de que tan estelar programa tenía mucho el ruido y poco de nueces. O como cantaba la italiana Mina: era “parole, parole, parole…”
(Publicada en ABC Córdoba el 22 de febrero de 2017 en esta dirección)