José María González Santos, más conocido como “Kichi”, ha protagonizado en los meses que lleva ocupando el sillón de la alcaldía de Cádiz algunos espectáculos que resultan impropios de un gobernante municipal. Más bien serían admisibles como propios del carnaval gaditano que, por cierto, a diferencia de lo ocurrido con otros alcaldes ha establecido, en un claro gesto de corporativismo -“Kichi” es carnavalero de pro-, un cordón sanitario en torno al personaje. Sus salidas del tiesto vienen siendo explicadas como cosas de “Kichi”. Sin embargo, más allá de esas actuaciones que Valle-Inclán habría considerado esperpénticas, el ayuntamiento de Cádiz lleva a cabo acciones que señalan hasta donde llega el cinismo de los podemitas.

Hace pocas fechas, el alcalde Cádiz recibía al ministro gibraltareño Fabián Picardo. Lo hacía justo cuando estallaba el caso de las cuentas offshore en Panamá que han salpicado, con causa o sin ella, a políticos y personalidades de medio mundo. Los soflamas podemitas contra los poseedores de esas cuentas o participantes en empresas allí radicadas -con ataques eran más virulentos en unos casos que en otros- fueron intensas. También se criticaba duramente al gobierno panameño por permitir actividades de esa clase en su territorio. Sin embargo, “Kichi” no tenía el más mínimo empacho en recibir al principal responsable político -hay quien lo considera un simple manijero de las autoridades británicas- del más importante paraíso fiscal que hoy existe en Europa. Gibraltar da cobijo a miles de empresas offshore y es un importante centro de un ingente contrabando a grande y  pequeña escala. Unas actividades que suponen para la hacienda pública española una merma de ingresos que se evalúa en unos mil millones de euros al año. Al alcalde antisistema de Cádiz nada de eso parecía importarle cuando acogía como un buen vecino a Picardo, quien no pierde ocasión en foros internacionales de lanzar acometidas contra España.

Pero las cosas de “Kichi” no paran ahí. Tampoco tiene empacho en utilizar, para expulsar a trabajadores del ayuntamiento gaditano, la reforma laboral implantada por el PP. Una reforma laboral de la que abomina, pero que utiliza cuando le interesa. Lo mismo que han hecho las centrales sindicales cuando ha sido lo que más le convenía en los conflictos laborales con sus propios trabajadores. El ayuntamiento de Cádiz ha utilizado la reforma laboral del PP para dejar en la calle, por ejemplo, a una  agente local de empleo que fue despedida, como otros compañeros, en el año 2012, cuando todavía no era alcalde “Kichi”. La agente local de empleo entabló una batalla legal que terminó por ganar, consiguiendo una sentencia de readmisión o indemnización. Rechazada la readmisión por las autoridades municipales gaditanas –ya si era alcalde “Kichi”-, acogiéndose a la abominable reforma laboral. Más aún, a la trabajadora en cuestión no resultó fácil cobrarla, como revela el que haya recibido más de 4.500 euros en concepto de intereses por demora. A todo ello la concejala responsable del organismo municipal del que había sido despedida no tenía empacho en declarar, según denunciaba la propia trabajadora a los medios de comunicación, que le habían sido restituidos los derechos que le arrebató el anterior gobierno municipal.

No es el único caso en que el ayuntamiento gobernado por José María González Santos aplica a sus trabajadores, para despedirlos, la reforma laboral del PP.

¿Las cosas de “Kichi o cinismo político como está poniendo de manifiesto Podemos en muchas de sus actuaciones?

(Publicada en ABC Córdoba el 7 de mayo de 2016 en esta dirección)

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