Las cosas que estamos viendo en el Podemos de Pablo Iglesias se asemejan cada vez más a la casta con que denominaba, despectivamente, a los partidos tradicionales. A una velocidad cada vez mayor se parece más y más a la abominable casta. Sus actos están siendo una mala copia de aquello que decía rechazar de plano.

Pablo Iglesias ha negado  el enfrentamiento en el seno de su partido, queriendo vestirlo de debate interno, igual que la casta. Se trata de una lucha interna por el poder, idéntica a las que se producen en otros partidos. Lo que ha estado larvado y ha acabado por estallar es una lucha encarnizada por el control del partido donde han aflorado dos tendencias, y lo ocurrido, al menos hasta el momento, es que la corriente más poderosa busca laminar a la otra, como en la casta. Lo que está ocurriendo en Podemos es el enfrentamiento entre dos facciones, los que empiezan a denominarse “iglesistas” o “pablistas” y los “errejonistas”. La primera encarna los elementos más radicales de la formación morada, ligados a planteamientos anticapitalistas y antisistema, mientras segundos estarían en posiciones más moderadas. Pablo Iglesias ha culpado de la sucesión de dimisiones de “errejonistas” a otro “errejonista”, hasta hace unos días secretario de organización, y los ha cesado con procedimientos propios de una dictadura, en una decisión de autoritarismo personal que resulta difícil incluso encontrar en la casta, donde esas cosas se hacen, por lo general, en los órganos de gobierno y no mediante decisiones personales. Miembros de la dirección de Podemos se enteraron del cese por la prensa.

¿Dónde quedan las decisiones asamblearias? ¿Dónde la democracia real? ¿Dónde la tan cacareada participación? ¿Dónde las decisiones colegiadas? ¿Dónde el aire nuevo que venía a renovar la forma y el fondo de la política española? ¿Este es el cambio del que se habla de forma reiterada?

Por otro lado, las exigencias de Podemos de pedir responsabilidades a los cargos públicos cuando tienen que hacer frente a imputaciones se han volatilizado. Un tribunal ha condenado a la portavoz del Ayuntamiento de Madrid, concejal de Podemos, por haber atentado contra las creencias religiosas de una parte importante de la sociedad española. ¿Ha dimitido? ¿Le han exigido la dimisión? Los compañeros de partido, como suele ser habitual en la casta, han salido en masa para justificar su permanencia en el cargo. Los mismos que han pedido dimisiones con sólo una imputación -hoy investigación-, justifican ahora la permanencia de una sentenciada y condenada. ¿Dónde queda la ética de que iban a inundar la política española? Hay, por lo que estamos viendo estos días, actitudes de un autoritarismo peligroso y condescendencia hacia condenados por los tribunales en sus filas que hoy la casta difícilmente sostiene.

Tampoco sus finanzas, como ocurre con los partidos de la casta, parecen limpias y en la UDEF hay sospechas – ya lo han puesto en conocimiento de la fiscalía- acerca de la procedencia de fondos cuyo origen se sitúa en la Venezuela de Nicolás Maduro, con la que las relaciones de Podemos son muy importantes, y en el Irán de los  ayatolás; dos regímenes que no se caracterizan precisamente por su limpieza democrática.

¿Está el Podemos de Pablo Iglesias en la misma línea que la casta de la que decía abominar hasta hace poco? ¿Dónde quedan, pues, sus proclamas? ¿Dónde sus soflamas?

(Publicada en ABC Córdoba el 23 de marzo de 2016 en esta dirección)

One Response to Como la llamada casta | JoséCalvoPoyato
  1. Completamente de acuerdo. Una exposición impecable de lo que estaba intentando ser disimulado.


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