¿Recuerdan la imagen de Maduro lanzando exabruptos contra el presidente del gobierno de España, despidiéndolo del poder, diciéndole: “adiós, Rajoy”, “good-bye, Rajoy”, “vete, Rajoy”? Esa imagen ha sido premonitoria, aunque el sujeto de la despedida, al menos por ahora, no ha sido mariano Rajoy. Maduro tiene, después del varapalo electoral, tasado el tiempo de su presidencia. La oposición ha doblado el número de escaños obtenidos por el chavismo y con 112 diputados tiene en sus manos la posibilidad de convocar un referéndum popular reprobatorio del presidente que podría suponer su salida del gobierno y acortar su mandato, que no expira hasta el 2019.

En España las reacciones de los partidos políticos ante los resultados electorales en Venezuela han sido, por lo general, de satisfacción por lo que supone la derrota de un régimen que tiene a importantes líderes de la oposición encarcelados y, al menos, una docena de estudiantes sepultados en el centro de Caracas, en celdas a quince metros bajo tierra en una prisión conocida como La Tumba, sin que se les abran procesos judiciales, pese a que llevan año y medio encarcelados. Alegría también por el cambio -no resultará fácil- que puede suponer para la economía de uno de los países más ricos de Hispanoamérica y que hoy se halla sumido en la ruina con caídas del PIB que se acercan al 10 por ciento, sufre una inflación que Maduro y los suyos se niegan a hacer pública, tiene las tasas de pobreza más altas de la región y sus ciudadanos se encuentran con graves dificultades para hacerse con numerosos productos básicos, que sólo se consiguen tras largas horas de espera en colas interminables en tiendas y supermercados.

Ese régimen, que ha llevado a la ruina a Venezuela, es el que han asesorado algunos de los más cualificados líderes de Podemos. Eso explicaría que, desde esa formación, apenas se haya hecho referencia a los resultados electorales. A Iglesias Turrión no se le ha oído “ni media palabra”, como si ahora nada hubiera tenido que ver con la Venezuela chavista, a la que hace sólo unos meses consideraba un modelo a imitar. Al líder podemita le ocurre con la Venezuela de Maduro, algo parecido a lo que hace pocos meses le ocurría con la Grecia de Tsipras. Cuando el máximo representante del populismo griego -sus afirmaciones, en realidad baladronadas según se ha comprobado después, acerca de rechazar los planteamientos de la troika- ganaba las elecciones a primeros de año, Iglesias Turrión le lanzaba un mensaje directo: “Aguanta Alexis, que ya llegamos”. Eran días de vino y rosas, según las encuestas. Apuntaban a un espectacular resultado electoral para Podemos que llevaban a su líder a verse inquilino de la Moncloa. Hoy, en puertas de las elecciones del 20 de diciembre, “ni media palabra” sobre la Venezuela de Maduro, el ejemplo a imitar y el modelo a construir en la España gobernada por Iglesias Turrión. Ni media palabra sobre la Grecia de Tsipras que ha aplicado todas y cada una de las recetas de la troika.

El no dedicar ni media palabra a los venezolanos que han luchado tenazmente para acabar con el régimen de Maduro y haberse olvidado del griego Tsipras, al que pedían que aguantase unos meses, porque iba a llegar la caballería, es un episodio más que revelador del valor de las afirmaciones de quien iba a convertirse en señor del cielo, conquistado al asalto.

(Publicada en ABC Córdoba el 12 de diciembre de 2015 en esta dirección)

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