Estamos asistiendo a la campaña más curiosa de las que se han celebrado en España desde que, en la primavera de 1977, votáramos por vez primera al comienzo de la actual democracia. En estos casi cuarenta años de comicios hemos sido testigos de muchas cosas. Iniciativas originales unas, ocurrencias otras e incluso de maldades políticas muy sofisticadas. Pero esta campaña, que nos conduce de forma inexorable a las elecciones del 20 de diciembre -permítanme que una vez más me niegue a utilizar esa sopa de siglas que es un sino de nuestro tiempo-, está llena de curiosidades. Algunas de ellas están ligadas a la fecha de los comicios. Eso explica que los candidatos cordobeses por el Partido Popular se afanen en repartir por las calles, caja en mano, polvorones y mantecados con envoltorio partidario, aunque la gente preferiría, digo yo, que fuera turrón, turrón, turrón. La presidenta de la Junta de Andalucía, que sabe moverse por la Andalucía profunda como ningún otro candidato, ha visitado Rute. Pero no vayan a pensar que la visita a la localidad de la Subbética está relacionada con el hecho de que el presidente de la Diputación cordobesa, alcalde de la localidad y candidato a ser el próximo secretario de los socialistas cordobeses sea de allí, sino porque Rute es la más importante de las referencias cordobesas a los dulces de Navidad y al anís; bebida que por estas fechas calienta el cuerpo, aunque lo cierto y verdad es que la meteorología no acompaña. Así las cosas, no sería de extrañar que algún candidato se animase a pedir el voto entonando villancicos. Hace algunos años vimos a uno de los “hombres del tiempo” desgranar de esa guisa la meteorología de los días de Navidad.

La campaña, además de esos ecos marcadamente navideños, dada la fecha escogida por Rajoy para convocarnos a las urnas, ha ofrecido otras curiosidades. Hemos podido ver a candidatos retransmitiendo partidos de fútbol. Fue lo que hizo días atrás Mariano Rajoy, al tiempo que en un gesto, pretendidamente popular, atizaba una colleja a su vástago quien, en un alarde de sinceridad adolescente, criticó la forma de retransmitir los partidos de fútbol de mi amigo y paisano Manolo Lama. Los candidatos no han tenido empacho en continuar mostrándose bailones, como ya hicieran en la campaña de las elecciones autonómicas catalanas. En ese deseo de cercanía al electorado, el socialista Sánchez y el popular Rajoy se han entregado al encuentro con Bertín Osborne, como si se tratase un acto más de campaña. Han soltado algún taco y hasta han bebido alcohol -algo considerado un verdadero anatema para los moldeadores de imagen hace pocos años-, han jugado al futbolín o han recordado farras de juventud. Rajoy incluso ha dicho que ser presidente del gobierno es… la pera (sic).

Algunos, como Iglesias Turrión, se han sentado -un error de cálculo- en el sillón que ambicionan y consideran equivalente al paraíso -vaya usted a saber por qué- que estaba dispuesto a conseguir, a principios de año, aunque fuera al asalto. También se han escapado deslices graves como el de Sánchez que, en su deseo de acaparar iniciativas, adjudicaba al PSOE haber dado vía libre al divorcio matrimonial en España o han hecho gala, como el líder de Podemos, de una pedantería libresca, citando a Enmanuel Kant como referencia de la ética, pero confundiendo el título de la obra a la que hacía referencia.

Curiosidades que señalan hasta donde se está dispuesto a llegar… por conseguir un voto.

(Publicada en ABC Córdoba el 9 de diciembre de 2015 en esta dirección)

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