Hay demasiadas ocurrencias y evidencias en el Ayuntamiento de Córdoba de que no saben qué rumbo tomar.
Hace medio año que en Córdoba gobierna el bipartito formado por socialistas y comunistas, con el apoyo externo de Ganemos Córdoba, la marca blanca de Iglesias Turrión. Sí, la marca de Iglesias Turrión habida cuenta de que Podemos va camino de convertirse en un instrumento de poder personal donde se mueven las piezas a su antojo y voluntad. A lo que hemos asistido durante estos seis meses ha sido, en gran medida, una serie de actuaciones que revelan hasta donde llega la falta de proyecto de quienes hoy tienen en sus manos el timón de la ciudad. Hay demasiadas evidencias de que no saben qué rumbo tomar. Han sido muchas las ocurrencias que han obligado a dar marcha atrás. Ahí están los vaivenes de las relaciones con el mundo de las cofradías -en este caso con la impagable colaboración de la actual consejera de Cultura, ex alcaldesa de Córdoba, ex consejera de obras Públicas y Vivienda, ex ministra de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino que se ha mostrado, según el momento, como radical comunista o moderada socialdemócrata- con las que se ha pasado de amenazarlas con una especie de impuesto de circulación vial a que la alcaldesa tomara el llamador de una de las cofradías. Se ha pasado de anunciar la retirada de las dependencias municipales del cuadro de San Rafael a restaurarlo para mayor lucimiento de la pintura. Ha ocurrido, con más frecuencia de la deseada, con la apertura y la atención al público de determinados lugares que son fundamentales para la atracción turística de la ciudad. También se han dado bandazos con el metrotrén. A cuentas de esa conexión Levante-Poniente se ha dicho que sí, que no, que son necesarias consultas, comisiones e informes… la mejor forma de atascar un proyecto, cuyo estigma principal es ser un proyecto diseñado por el anterior gobierno municipal.
Tampoco están claras las ideas de lo que se quiere hacer con Rabanales 21. Lo mismo se habla de dar un impulso a un enfermo con trazas cadavéricas, que se hacen declaraciones que asustan a posibles empresas deseosas de instalarse allí, alegando que las empresas que allí se instalen han de responder al modelo de ciudad que se quiere impulsar.
Esos mismos bandazos se evidenciaron con los dos minutos de silencio que, lamentablemente, situaban en el mismo rasero a las víctimas de los bombardeos de la aviación francesa, dirigidos contra los radicales islámicos que matan en nombre de dios, que han hecho de la degollación un espectáculo, se ufanan de destrozar el patrimonio cultural de la humanidad o no toleran más verdad que la suya, y a las personas que asistían a un concierto o disfrutaban de su ocio en las terrazas de restaurantes y cafeterías de París.
(Publicada en ABC Córdoba el 28 de noviembre de 2015 en esta dirección)