La tan criticada forma de hacer política de los partidos tradicionales en la democracia española,  a los que Iglesias Turrión endilgó la denominación de “casta” ha prendido ¡y con que rapidez! en el líder de Podemos. Iglesias Turrión, que ya se encargó de descabezar a quienes no compartían sus principios -luego han resultado ser menos sólidos de lo que parecían y algunas de las cosas que hoy predica nada tienen que ver con lo que sostenía hace sólo unos meses-, convocó primarias entre la militancia de Podemos. Las bases de la formación morada expresaron su opinión, ciertamente en número mucho menor del que su líder esperaba. Esa opinión de las bases ha sido literalmente dinamitada por la estructura del partido, manejada por Sergio Pascual con la anuencia de Iglesias Turrión. Ha ocurrido en Córdoba donde la dirección podemita, al más puro estilo de la denostada casta, ha impuesto un candidato -en este caso una candidata- afín a las tesis de la dirección madrileña del partido. El de Córdoba ha sido el aterrizaje de una candidata cunera. Se trata de una sevillana, llamada Marta Domínguez. Aquí las bases de Podemos habían apostado por Antonio Manuel Rodríguez, activista principal en la movida de la plataforma que reivindica el laicismo de la Mezquita-Catedral y que en anteriores comicios fue candidato al parlamento de Andalucía en las filas del Partido Andalucista. Su caída de la lista ha provocado una reacción de rechazo en las filas andaluzas de la formación morada. Teresa Rodríguez, la secretaria general de Podemos en Andalucía y portavoz del grupo parlamentario en las Cinco Llagas, ha firmado, junto a buena parte del grupo parlamentario -trece de quince diputados-, un manifiesto contra la imposición de una paracaidista en Córdoba.

No ha sido la única reacción contra las prácticas de Iglesias Turrión porque el dedazo de Córdoba viene a sumarse al malestar creado por la designación, también sin tener en cuenta las opiniones de las bases, de  los fichajes estrella que todos los días anuncia. Fichajes como el del general Julio Rodríguez, antiguo JEMAD, candidato por Zaragoza, como el de Juan Pedro Yllanes, magistrado de la Audiencia de Palma de Mallorca que iba a juzgar el caso Noos, pero no lo hará al ser candidato por Baleares. En Sevilla el fichaje estrella era Javier Pérez Royo -asiduo colaborador del PSOE hasta ahora-, pero que ante el escándalo desatado y el rechazo de las bases el antiguo rector de la Universidad Hispalense ha terminado por renunciar. En Valencia Podemos ha incorporado a su lista a la actriz Rosana Pastor. En definitiva, estamos asistiendo a todo un espectáculo mediático, más propio de ciertos platós de televisión y que recuerda a los primeros pasos de Iglesias Turrión en el mundo de la política. Unos fichajes estrella comparables a los de la casta como fueron el de jueces estrella -Garzón y Pérez Mariño por el PSOE en 1993- o grandes empresarios -Pizarro por el PP en 2008-. Pero el espectáculo ofrecido por la dirección de Podemos es toda una constelación. Algo que, más allá de situarlo en las formas y procedimientos de la casta que tanto despreciaba, está levantando ampollas en sus filas y en Andalucía abriendo aún más la brecha que ya lo separaba de los dirigentes territoriales. A Iglesias Turrión habría que decirle aquello tan castizo de… ¡Hay que ver quién te ha visto y quién te ve!

(Publicada en ABC Córdoba el 25 de noviembre de 2015 en esta dirección)

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