Estamos pagando una de las energías eléctricas más caras de la Unión Europea. Durante los últimos años (2008-2014) nuestro recibo ha sido el que más se ha encarecido en Europa. Con una inflación que desde hace meses se mueve en valores negativos y en el caso de los mayores aumentos estos han superado por muy poco el 2 por ciento, el recibo de la luz que pagamos los españoles ha aumentado la friolera de un 81 por ciento en lo que se refiere a los consumos domésticos, según publicaba ABC hace unos días. Frente a esa barbaridad -no se puede calificar de otra forma a un incremento del 81 por ciento en seis años con los niveles de inflación existentes-, que en gran parte es la culpable de que haya aparecido en nuestro país lo que ha venido en denominarse pobreza energética, en otros países de Europa el precio que pagan sus ciudadanos se ha rebajado. Ha ocurrido en Bélgica, en Holanda, en Hungría o en la República Checa. Las subidas soportadas por los italianos suman para el conjunto de estos seis años un 7 por ciento, es decir poco más de un 1 por ciento anual. Los suecos han afrontado una subida del 12 por ciento, lo que equivale a un 1´5 por ciento al año. Los austríacos un 22 por ciento, equivalente a algo más de un 3 por ciento anual… El 81 por ciento de encarecimiento soportado por los españoles equivale a más de un 13 por ciento al año. Es un desafuero. Tanto que todos tratan de escurrir el hombro. El gobierno culpa a las eléctricas y las eléctricas al gobierno. Se nos quiere justificar el abuso con el llamado déficit tarifario que nadie termina de aclarar en qué consiste ni por qué existe, pero que somos nosotros quienes apechugamos con él. Se nos quiere justificar con la alta carga impositiva que soporta el recibo.
Estamos en puertas del invierno. Eso significa menos horas de luz y más frío, lo que se traduce en que hemos de enfrentarnos a mayores necesidades energéticas, que han de afrontarse, en muchos casos, con unos salarios recortados. Hay más trabajo que hace unos años, pero está peor remunerado.
En el complicadísimo recibo de la luz estamos pagando una serie de costes ajenos a nuestro consumo de energía, como las moratorias energéticas. Se nos anuncian nuevos contadores con capacidad para discriminar los consumos durante las horas del día. Se nos pide que consumamos -quienes puedan hacerlo- cuando el precio del kilowatio resulta más barato. Se puede conseguir el ahorro de unos cuantos euros, pero estamos en una situación donde el importe del consumo no es lo más gravoso en el recibo. Lo que tendrían que explicar, de forma clara, es por qué la electricidad doméstica en una sociedad como la española, que ha alcanzado un alto grado de desarrollo tecnológico y, en consecuencia, la demanda de energía forma parte de las necesidades cotidianas, la pagamos a uno de los precios más elevados de Europa. También por qué energías limpias, como la solar, encuentran tantas trabas para su desarrollo -la última el pago por volcar a la red eléctrica la energía de las placas solares de los particulares- en un país de muchas horas de sol o por qué, si el petróleo ha bajado de forma tan espectacular, no lo hace la energía que genera.
(Publicada en ABC Córdoba el 31 de octubre de 2015 en esta dirección)