Una de las más famosa novelas de Alejandro Dumas, una continuación de Los Tres mosqueteros es Veinte años después. Muchas cosas habían cambiado en la Francia que Dumas volvía a novelar con D´Artagnan, Athos, Porthos y Aramis como protagonistas. En la Francia de 1648 ya no reinaba Luis XIII, sino que Ana de Austria ejercía de regente porque Luis XIV era un niño de apenas diez años. La política francesa no la dirigía el cardenal Richelieu, sino otro cardenal de la iglesia católica, Julio Mazzarino. Habían pasado veinte años y, aunque en el tango “Volver” se diga que veinte años no es nada…
Han sido algo más de dieciocho años los que la Guardia Civil ha estado trabajando para conseguir algo que parecía imposible a estas alturas: la detención del presunto autor de la violación y asesinato de Eva Blanco, una joven de dieciséis años, vecina de la localidad madrileña de Algete. La Guardia Civil ha localizado a un marroquí con pasaporte español a muchos kilómetros de Algete, en Pierrefontaine-les-Varans, una pequeña localidad francesa de menos de mil quinientos habitantes, cercana a la frontera Suiza. En ese individuo recaen fundadas sospechas de ser el autor del delito
En estos dieciocho años han cambiado muchas cosas en los medios con que cuenta el Servicio de Criminalística de la Guardia Civil y, desde luego, las técnicas de análisis del ADN, que en el momento del crimen estaban poco desarrolladas. Es cierto. Pero no lo menos es que, por encima de todo eso ha estado el factor humano. La profesionalidad y empeño de unos agentes que contaban con muy pocos medios para esclarecer lo ocurrido aquel lejano 20 de abril de 1997. No había ningún testigo y la lluvia había borrado las huellas que pudieran proporcionar una pista, salvo la de un zapato de la talla 42 y los restos dejados por el asesino en cuerpo de su víctima. El presunto asesino al cabo de un tiempo prudencial -dos años-, puso mucha tierra de por medio y desapareció de Algete.
Ha sido necesaria mucha tenacidad, mucho sentido del deber y muchos miles de horas de trabajo de los hombres y mujeres de la Guardia Civil que en estos años han trabajado en silencio y sin desfallecer, siguiendo docenas de líneas de investigación y cotejando los datos de las cerca de dos mil personas, vecinos de Algete, que se ofrecieron voluntarios para hacerse una prueba de ADN. Era un trabajo ingente, casi como buscar una aguja en un pajar, pero no arredró a los investigadores. Han tardado dieciocho años es llegar hasta el presunto autor del crimen y eso sólo ha sido posible gracias a su esfuerzo. Ha sido el triunfo del tesón, de la constancia, del empeño. Un trabajo que ha logrado algo sumamente importante, proporcionar un gran alivio a la familia de la víctima. El reconocimiento a quienes lo han hecho posible me lleva a algo a lo que somos poco dados con los nuestros. En estos casos solemos indicar que se trata del cumplimiento de su obligación; guardamos la admiración para el foráneo. Me estoy refiriendo al reconocimiento y la felicitación a quienes han hecho posible el esclarecimiento de este delito y hacerlo en vísperas de una fecha muy especial para la Guardia Civil.
En estos dieciocho años han pasado muchas cosas, como en Veinte años después, pero D´Artagnan, Athos, Porthos y Aramis seguían siendo los mosqueteros.
(Publicada en ABC Córdoba el 10 de octubre de 2015 en esta dirección)