Muchos catalanes jamás se imaginaron que iban a estar donde ahora se encuentran por la aventura independentista.
LA carta de Felipe González a los catalanes ha desatado aún más los nervios de algunos. No sólo porque quien la firma es un expresidente del gobierno —que Cayo Lara sólo lo considere un comisionista de Gas Natural es lo que se puede esperar de… Cayo Lara—, sino porque lo que les dice son las verdades del barquero, que han restallado en medio de tanta mentira acerca de ese paraíso que espera a los catalanes si se culminara el proceso separatista que Más y Junqueras, ayudados por muchos otros, emprendieron hace algún tiempo. Es conveniente que, más allá del sentimentalismo, los catalanes tengan claro adonde les lleva el camino emprendido por esa gente. Deben saber que quedarán fuera de la Unión Europea y del euro, que no tendrán el soporte de un banco central y que su Producto Interior Bruto caerá, al depender en gran medida del mercado que tienen los productos que salen de las factorías catalanas y se venden en el resto que España, como han hecho siempre y a veces con el añadido de unas medidas proteccionistas que ponían sus manufacturas al abrigo de la competencia de los productos extranjeros. Mi paisano, don Juan Valera ante el soberbio aspecto que ofrecía Barcelona en una de sus visitas a la ciudad condal, llegó a afirmar con el gracejo que lo caracterizaba en ocasiones, que daba por bien empleada «la carestía que hemos sufrido durante muchos años en el vestir y en otros artículos para contribuir a su magnificencia». Eso, dicho por don Juan, que siempre anduvo corto de dineros, es mucho decir.
Aunque traten de disimularlo hay nervios en las filas de los separatistas. Lo evidencia su deseo de desviar la atención, sacándose de la manga, por ejemplo, algo tan grotesco como los «países catalanes». Es posible que ese consejero que desbarra, piense en la necesidad de mercados para los productos catalanes, al modo de como las metrópolis actuaban con los territorios que colonizaban. Eso de los «países catalanes» es un invento como el de la corona «catalanoaragonesa», que jamás existió. Lo que hubo fue una corona de Aragón. Hay nervios porque las pesquisas judiciales están cada vez más cerca de llegar al intríngulis de las cuentas de Convergencia Democrática de Cataluña, cuya sede lleva tiempo embargada, por presunta financiación irregular. Hay nervios, por mucho que quieran disimularlo con exabruptos de agresión a Cataluña, utilizando la misma estrategia de que hizo gala Pujol cuando empezó a ser investigado y gritaba que obligarlo de dar cuenta de sus trapacerías era un ataque a Cataluña. Hay nervios porque conforme se acerca el 27 de septiembre empiezan a comprobar que sus promesas de que todo el monte iba a ser orégano carecen de soporte hasta el punto de que hasta dentro de Convergencia Democrática de Cataluña empiezan a replicar a Mas. Incluso Jorge Sánchez, el sustituto de Carmen Forcadell en la presidencia de la Asamblea Nacional Catalana, ya no niega que la senda emprendida los lleva, dice que «transitoriamente» a una salida de la Unión Europea. Hay nervios porque el desmoronamiento de las patrañas, pese al férreo control de los medios de comunicación y algunas otras realidades, que han llevado a Felipe González a establecer ciertos paralelismos de la Cataluña de Mas con la Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler, está haciendo mella en muchos catalanes que jamás pensaron que iban a verse en la situación en que hoy se encuentran.
(Publicada en ABC Córdoba el 2 de septiembre de 2015 en esta dirección)