¿Hasta dónde tiene derecho el gobierno municipal de hacer «tábula rasa» con lo hecho por anteriores dirigentes?

ESTE tórrido verano, que nos dio un leve respiro, a mediados de agosto y parece que vuelve estos días a mostrase benevolente, nos está mostrando en la política municipal cordobesa una de sus caras más lamentables. Me refiero al deseo de deshacer todo lo que es posible deshacer de lo puesto en marcha por el gobierno anterior. No es una exclusiva de Córdoba, por desgracia es moneda habitual en la política española… también en otros sitios más allá de nuestras fronteras. El nuevo ayuntamiento no lleva cien días —a los que habitualmente se hace referencia como periodo de aterrizaje para la toma de contacto de unos nuevos gobernantes— en el ejercicio de sus funciones y más allá de decisiones de cara a la galería, como la retirada de un crucifijo que se guardaba en una vitrina, en la antesala del despacho de la alcaldesa; el intento de retirada del cuadro de Antonio del Castillo, dedicado al arcángel protector de la ciudad; la marcha atrás en esta última decisión acompañada del encargo de una restauración…, nos está obsequiando el desbaratamiento de los proyectos iniciados por la anterior corporación. La ciudad deportiva del Córdoba CF, cuyos terrenos habían sido cedidos por al ayuntamiento a la entidad deportiva, ha sido anulada —hasta los carteles que señalaban la situación administrativa de los terrenos han sido retirados— y el portavoz de IU-CA, otrora mimado por la directiva cordobesista, que hasta le pagaba desplazamientos, es ahora persona non grata en el palco del Arcángel. Las obras para el acondicionamiento del pabellón polideportivo del Sector Sur también se paralizan, cuando lo que allí hay es poco más que una escombrera, que lleva si un uso un montón de años. Tampoco parece interesar al nuevo gobierno el metrotrén que conectaría, utilizando las infraestructuras que ya existen, el este y el oeste de la ciudad. Tampoco el uso de «centro gourmet» que se le pretendía dar al Pósito, con partida presupuestaria en los Presupuestos Generales del Estado de este año, es del gusto de los nuevos ediles ni de la alcaldesa Ambrosio.

Da la impresión de que, más allá de «boutades» de carácter religioso de cara a la propia parroquia, lo que ha preocupado hasta este momento al consistorio ha sido borrar, hasta allí donde le es posible —menos mal que las obras de la Biblioteca del Estado ya están iniciadas—, la huella del paso del anterior gobierno popular por Capitulares.

Las preguntas que hay que hacerse son simples. ¿Necesita el Córdoba CF una ciudad deportiva al estilo de las de Málaga o Granada, construidas ambas sobre terrenos cedidos por sus respectivos ayuntamientos, pese a ser sociedades particulares, pero que nadie duda de la representatividad que tienen de sus respectivas ciudades? ¿Necesita Córdoba unas instalaciones dotadas de equipamientos modernos, en lugar de mantener cerrada la escombrera que es el Polideportivo del Sector Sur? ¿Necesita Córdoba mejorar su conexión este-oeste, desde Alcolea hasta Villarrubia, con un costo que no supone un dispendio? ¿Necesita Córdoba darle un uso atractivo a un Bien de Interés Cultural, en estado de abandono, sea centro Gourmet o no?

En definitiva, ¿hasta dónde tiene derecho el gobierno municipal de Córdoba de hacer «tabula rasa», con todo lo que ello supone, con lo que han hecho los anteriores gobernantes, por el hecho de tener una ideología diferente?

La respuesta a muchos cordobeses les parece evidente.

(Publicada en ABC Córdoba el 26 de agosto de 2015 en esta dirección)

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