La Feria del Libro de este año, vestida de largo por María Dueñas que nos traía nueva obra bajo el brazo, ha recorrido toda la semana entre presentaciones, firmas y eventos culturales con notable afluencia de público.
Desde que allá por la primera mitad de los años setenta del siglo pasado iniciara su andadura la Feria del Libro de Córdoba, han pasado cuarenta y dos años. Ciertamente esas cuatro décadas no han sido un camino de rosas. A lo largo de los años ha habido dificultades de toda clase: problemas con la ubicación, con las fechas, con las instituciones, con la financiación e incluso con los propios libreros. Este del libro no es un gremio precisamente fácil. Aparte del negocio, que no es poca cosa, hay mucho ego desbocado y eso es algo que suele dar lugar a toda clase de tropiezos. Pero, en medio de las dificultades inherentes a la organización de un evento donde hay mucha más complejidad de la que a primera vista puede creerse, la Feria del Libro de Córdoba se ha consolidado como un importante evento cultural en la ciudad. Un evento en que el libro, convertido en protagonista, toma la calle y se acerca a la gente. A mucha gente de la que no suele entrar en las librerías.
La Feria del Libro de este año, vestida de largo por María Dueñas que nos traía nueva obra bajo el brazo, ha recorrido toda la semana entre presentaciones, firmas y eventos culturales con notable afluencia de público. Ha llegado a este sábado, en que ya encara la recta final, con buen ambiente y todo apunta a que va a concluir con muchos deseos e ilusiones convertidos en realidad.
El público, en líneas generales, ha respondido a las actividades programadas, los organizadores se muestran discretamente satisfechos -sin echar las campanas al vuelo, quizá porque teman que un exceso de optimismo pueda acarrearles el castigo de los dioses- y los libreros expresan su contento, cosa en verdad ciertamente llamativa, por extraña y extraordinaria. Las ventas, que ya repuntaron en las pasadas Navidades, han superado a las de la edición anterior en un porcentaje de cierta consideración. Todo apunta a que en el sector del libro, fuertemente castigado durante la crisis ha soportado una larga y difícil travesía. Hay fundadas esperanzas, en este caso avaladas por las cifras, que inducen a creer que el mal momento empieza a quedar a atrás. En Córdoba hemos vivido incluso algo tan valioso como que, en un gesto de valentía, se haya abierto una nueva librería con una apuesta muy fuerte para potenciar las actividades en torno al libro.
Ojalá que todo esto que comentamos marque un punto de inflexión para enfilar la salida de un túnel largo y oscuro que se ha cebado con el siempre complejo mundo del libro; que todos estos indicios supongan que se empieza a pasar página a los años de crisis marcados por los numerosos cierres de librerías y de editoriales, que han sido la nota dominante durante los años anteriores, en los que incluso hemos vivido el traslado de alguna librería de referencia en la ciudad desde espacios asequibles al público hasta lugares tan recónditos que el potencial lector corre el riesgo de perderse en el camino y de no llegar hasta el libro que busca.
La Feria del libro de este 2015 se nos marcha, pero deja un buen sabor de boca y eso supone cimentar la próxima edición.
(Publicada en BAC Córdoba el 25 de abril de 2015 en esta dirección)