Este 1515, cargado de efemérides, Córdoba tiene un protagonismo especial. No sólo estamos en el V centenario de la muerte de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, uno de los cordobesas más ilustres de todos los tiempos, también Córdoba estuvo muy presente en la vida de Santa Teresa de Jesús, aunque por razones muy diferentes. En este caso fueron las pesquisas de la Inquisición para determinar su en sus escritos estaban recogidos planteamientos propios de los alumbrados, doctrina herética a los ojos de la Iglesia Católica. La inquisición cordobesa desempeñó un papel importante, posiblemente porque era muy reciente y quizá estaba en la mente de todos el caso de una monja cordobesa, sor Magdalena de la Cruz.
Era sor Magdalena natural de Aguilar de la Frontera donde había nacido en 1487, aunque hay algunas dudas sobre la fecha exacta de su nacimiento. Profesó como monja en el convento cordobés de Santa Isabel de los Ángeles, de la orden franciscana. Sor Magdalena llamó muy pronto la atención por sus arrobos, éxtasis místicos y visiones sobre acontecimientos del futuro, incluso se habló de milagros, como el de haber podido ver una procesión a través de los muros de su celda, en cuya cama se encontraba postrada por causa de una enfermedad. Fue admirada por muchas de las grandes personalidades de la época, entre ellas el arzobispo de Sevilla e inquisidor general, don Alonso Manrique de Lara, el teólogo Francisco de Osuna, autor del “Tercer Abecedario Espiritual” que ejerció una gran influencia en Santa Teresa. Se dice que el propio emperador Carlos V quedó impresionado por lo que se contaba de sor Magdalena y llegó a pedirle un hábito para que envolvieran al pequeño príncipe Felipe – futuro Felipe II-, que había nacido en Valladolid en 1527.
Llegó a ser priora de su convento y, durante los años en que fue tenida en olor de santidad, el cenobio franciscano -situado entre las Rejas de don Gome y la iglesia de Santa Marina- y Córdoba se convirtieron en un foco de atracción de peregrinos. Gente de toda clase y condición venían a Córdoba, a veces desde lugares muy lejanos, para conocerla, recibir su bendición o que les vaticinara el porvenir. También dejaban numerosas limosnas. En la España de la época la inquisición buscaba la existencia de alumbrados, una herejía con numerosos adeptos en Extremadura e importantes áreas de Andalucía y que tenía entre las mujeres una notable acogida.
Sin embargo, la “santidad” de Magdalena de la Cruz no era compartida por la comunidad conventual. Puertas adentro estaba muy extendido el rechazo de las monjas hacia su priora. La acusaban de autoritaria, controladora y de ejercitarse en ciertas prácticas que tenían un tufillo herético. A la postre intervino el Santo Oficio, que determinó que Magdalena era una embaucadora y que sus arrobamientos, éxtasis o vaticinios -muchos de los cuales no se cumplían- bordeaban la herejía. Se rumoreó incluso de haber mantenido relaciones carnales con el demonio, algo frecuente entre los alumbrados. Fue castigada con pena de destierro, por lo que fue obligada a abandonar Córdoba. Fue internada en un convento de Andújar donde acabó sus días.
Señalemos que en diócesis cordobesa fueron muy numerosos los procesos contra alumbrados en tiempo del obispo Gaspar de Rojas y Sandoval (1562-1571).
(Publicada en ABC Córdoba el 18 de abril de 2015 en esta dirección)