La noche electoral Susana Díaz aparecía exultante de alegría, aunque es posible que hubiera mucho de apariencia. Tenía un solo motivo para alegrarse: el PSOE había ganado las elecciones. Había vuelto a ganar las elecciones porque las últimas, las de 2012 las había perdido. Podía decir –y vaya si lo decía- que había sacado 17 escaños a la segunda fuerza política. Era cierto. El PP se había dado un batacazo electoral de los que hacen época, al perder la tercera parte de sus escaños. Pero ahí paraban las razones para mostrarse exultante. Los resultados tenían otra lectura mucho más sombría y, desde luego, mucho más negativos para Susana Díaz.

¿Recuerdan la razón que esgrimió para adelantar las elecciones un año? Fue la inestabilidad gubernamental. Convocaba las elecciones para alcanzar una mayoría que permitiera darle estabilidad al gobierno de Andalucía. Tenía razón en una cosa. Gobernar con IU-CA de socio era algo parecido a un dolor de muelas. Los comunistas buscaron con frecuencia la tensión. Utilizaban la estrategia de ser partido de gobierno y al mismo tiempo agitaban la calle contra ese mismo gobierno. En Córdoba se produjeron situaciones verdaderamente grotescas, como la protagonizada por Pedro García -delegado de la consejería de Presidencia que dirigía Diego Valderas- cuando se manifestó ante la Delegación del Gobierno, el mismo edificio donde tenía su despacho oficial, en febrero de 2013. El episodio de la corrala Utopía fue sonado, con cese momentáneo incluido. Lo último fue amenazar con someter a referéndum entre sus bases su continuidad en el gobierno si no se priorizaban cinco proyectos de ley. La amenaza era para el próximo mes de junio.

El 22 de marzo, la exultante Susana Díaz de la noche electoral, sabía que había cosechado, en porcentaje votos, los peores resultados que los socialistas han obtenido desde las primeras elecciones autonómicas, las celebradas en 1982 en cuanto al porcentaje de votos. Lograba el 35´42 %, menos incluso que en las elecciones que trajeron la llamada piza, las de 1994, en que el PSOE tuvo el menor número de diputados de toda la serie histórica: 45. Ahora con menos votos, Susana Díaz ha obtenido dos escaños más porque han irrumpido otras fuerzas en el Parlamento y eso la ha favorecido, al aplicarse la Ley de D´Hont. Pero lo cierto es que tiene los mismos diputados que antes de convocar las elecciones y se encuentra muy lejos de una mayoría absoluta. La petición que hizo a los “andaluces y andaluzas” de un mayor apoyo para tener un gobierno estable se ha convertido en un fiasco total.

Ahora anuncia que gobernará en solitario. Tiene pocas opciones de conseguir un socio de gobierno porque afirmó rotundamente que no lo haría con Podemos ni con el PP. Izquierda Unida ha quedado descartada. La única posibilidad es Ciudadanos… parecen dispuestos a no “coger el teléfono”. La pinza que orquestaron Luis Carlos Rejón y Javier Arenas en 1994 se presenta poco menos que imposible. Susana Díaz que será investida presidenta porque en su momento habrá alguna “piadosa” abstención, habrá de gobernar en minoría y la inestabilidad del gobierno será la nota dominante.

En Andalucía el PSOE ha vuelto a ganar, pero la victoria puede ser pírrica. Algunos ya estarán echando cuentas.

(Publicada en ABC Córdoba el 25 de marzo de 2015 en esta dirección)

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