Pero sus meteduras de pata no han concluido ahí. Ha protagonizado notorios desfases de declaraciones con lo que decía el ministro de Hacienda y a dichos desfases ha añadido unas declaraciones que suponen un verdadero torpedo contra el modelo de Estado consagrado por la Constitución. No ha dudado en declarar que con carácter inmediato se redactaría una ley en virtud de la cual los presupuestos de las comunidades autónomas no serían válidos hasta recibir el visto bueno del gobierno central. Se cargaba de un plumazo la capacidad de gestión de las comunidades autónomas al incapacitarlas para aprobar sus propios presupuestos sin una previa supervisión.
Es cierto que los niveles de endeudamiento requieren controlar el gasto y asumir el compromiso de limitarlo hasta allí donde los ingresos permitan. Es cierto que se ha alentado el despilfarro sin que se haya puesto tasa al desenfreno. Es cierto que en la orgía de estos años de atrás se han construido instalaciones multimillonarias que carecían de sentido como, por ejemplo, aeropuertos de los que no despegan ni aterrizan aviones. Es cierto que hay que poner freno a tanto exceso y establecer como norma que no se puede gastar lo que no se tiene. Pero no lo es menos que no se puede entrar en un ministerio gubernamental como lo ha hecho el señor de Guindos. Sólo ante tanta metedura de pata es explicable que el ministro de Hacienda haya reunido a los consejeros de economía de las comunidades autónomas gobernadas por el PP, antes de la reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera, para remansar las aguas que ya bajaban revueltas. Las declaraciones hechas públicas por varios de los asistentes a esa reunión parecen haber puesto las cosas en su sitio.
Para evitar que lo pongan a caer de un guido, alguien debería explicar al señor de Guidos que ser ministro de un gobierno democrático dista mucho de ser alto ejecutivo de una entidad privada, aunque esa entidad se llame Lehman & Brothers.
(Publicada en ABC Córdoba el 18 de enero de 2012 en esta dirección)