De un tiempo de abstinencia en la moral pública, se ha llegado a una variada panoplia de actividades propias del cofrade.
HEMOS entrado, desde el pasado miércoles —Miércoles de Ceniza— en tiempo de cuaresma. Se acabó la lucha con don Carnal… hasta el año que viene. Buena parte del mundo cristiano —celebran la cuaresma tanto católicos, como anglicanos y las diversas ramas de lo que conocemos como protestantes— iniciaba ahora un tiempo de penitencia que pertenece a otra época, cuando la religión era para algo más que sociológica.
El pasado miércoles en muchas localidades cordobesas se celebró el entierro de la sardina, que ponía fin al carnaval. No está claro el por qué en su despedida se entierra una sardina, cuando tradicionalmente comenzaba un periodo de abstinencia de comer carne, lo que daba protagonismo culinario al pescado. Circula la versión de que la palabra sardina es una deformación de «cerdina» —palabro que no tiene cabida en el diccionario— y para quienes sostienen esta tesis haría alusión a una cochina. Otra versión, que se remonta al reinado de Carlos III, señala que el monarca ordenó traer sardinas a Madrid para celebrar el fin del carnaval, pero hizo tanto calor que se echaron a perder y hubo que enterrarlas. Ninguna de las dos me parece muy convincente.
En otro tiempo, la abstinencia cuaresmal no se limitaba al terreno alimenticio, también se extendía al campo de la sexualidad. Por eso, no se celebraban los rituales eclesiásticos propios del matrimonio —los desposorios y la velación— que daba a la pareja vía libre para cohabitar. La abstinencia sexual en tiempo de cuaresma hacía que apenas se celebrasen matrimonios desde el Miércoles de Ceniza hasta el Domingo de Ramos.
Hace años, estudiando la demografía de las poblaciones del sur de Córdoba en las décadas que marcaron el tránsito del siglo XVII al XVIII, me encontré con ese drástico descenso del número de matrimonios en tiempo cuaresmal. Observé, no obstante, que en esas mismas poblaciones las cifras de nacimientos nueve meses después de la cuaresma no diferían sustancialmente de los de otras épocas del año. El dato señalaba que en la intimidad de las alcobas matrimoniales, no se practicaba la abstinencia de las relaciones sexuales, que señalaba la ausencia de celebraciones matrimoniales. La conclusión resultaba obvia, al menos en lo que se refiere a las postrimerías del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII y para las poblaciones del entonces reino de Córdoba. Era patente la existencia de una moral pública, que llevaba a la no celebración de matrimonios, y de una moral privada en la que no se practicaba la abstinencia de relaciones carnales.
Son curiosidades que nos acercan a los comportamientos y a la mentalidad de nuestros antepasados en tiempos y circunstancias concretas. En este caso, están referidas al tiempo de la cuaresma, al periodo del año litúrgico que ahora se inicia.
La cuaresma de nuestro tiempo ya no está marcada por los ayunos y las abstinencias, sino por una variada panoplia de acontecimientos cofrades. Se celebra multitud de pregones, de presentaciones de carteles y de pregoneros y… hasta presentaciones del presentador del pregonero. También encuentros de bandas de música y otras actividades que tienen lugar en las casas de hermandad donde las cofradías buscan recursos, mediante la ingesta de comida y bebida, para sacar en procesión las imágenes de sus titulares.
(Publicada en ABC Córdoba el 21 de febrero de 2015 en esta dirección)