22 dic 2011
diciembre 22, 2011

BB (21/12/2011)

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Al béisbol se le tiene también gran afición en Canadá y Corea del Sur. En general, goza de popularidad en zonas de América y Asia, pero tiene muy poca en Europa y África.

En los partidos de béisbol se enfrentan dos equipos formados por nueve jugadores cada uno, lo hacen en un campo de césped, salvo las llamadas líneas del corredor, que delimitan un área cuadrangular llamada diamante, que son de tierra pelada —confieso que he necesitado documentarme para poder llenar estas líneas y las que siguen—. Se juega golpeando una pelota con un bate y corriendo por el campo interno de tierra —llamado infield— que delimita las otras dos caras del diamante. El bateador busca alcanzar la mayor cantidad de bases posibles, que están en el infield, tratando de dar la vuelta completa para llegar al punto desde el que se bateó —llamado home—. Si lo consigue se apunta un tanto que se denomina carrera. El equipo contrario trata de hacerse con la pelota bateada y si lo consigue antes de que el bateador llegue a alguna base o complete el recorrido, consigue eliminarlo. Gana el que anota más carreras de las nueve que cada conjunto emprende. El reglamento señala también que los partidos no pueden acabar en empate. Si realizadas las nueve carreras de cada equipo, el marcador señalara empate se batearán las pelotas necesarias hasta que se rompa el equilibrio. El béisbol no tiene límite de tiempo lo mismo que ocurre en el tenis.

A tenor de lo que el señor alcalde de Benamejí, el incombustible José Ropero, se ha gastado —en colaboración con la Junta de Andalucía y la Diputación de Córdoba— en construir en su pueblo un campo de béisbol, extraño deporte por estas latitudes, el béisbol debe despertar pasiones en su localidad. Doscientos millones de las antiguas pesetas sólo se explican a partir del fervor entusiasta del vecindario por dicho deporte. Sin embargo, parece ser que el equipo de Benamejí sólo compite con algún otro que existe por tierras de Almería o de Sevilla tres o cuatro veces al año.

Ante tanto aeropuerto sin pasajeros, tanta estación sin clientes y tanta instalación deportiva sin un mínimo rendimiento dos preguntas son obligadas. ¿Cuánto han engordado las deudas que nos asfixian estas obras faraónicas? ¿Hasta dónde habrá que recortar para pagar estos desatinos?

(Publicada en ABC de Córdoba en día 21 de Diciembre de 2011 en esta dirección)

 

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